Parte Favorita: "I let it go and now I know A brand new life is down this road And when it's right, you always know So this time I won't let go
There's only one thing left here to say Love's never too late" Royals - Lorde
"Ooh ooh oh We're bigger than we ever dreamed, And I'm in love with being queen. Ooh ooh oh Life is great without a care We aren't caught up in your love affair."
Wild Child - Elen Levon
"When it all falls into place Let your love get carried away It's not a dream don't let it fade Catch the wave
I'm gonna be your one only one wild child You need to give in into the riptide Let me take you on on an endless ride Gonna be your one only one only one wild child"
La vida cambia
en unos instantes. De repente todo salta por los aires, da un giro de 180
grados y no puedes hacer nada para evitarlo. Son
oportunidades que caen del cielo, paredes de ladrillos contra las que te
estrellas, acontecimientos felices y sorpresas desagradables. Son los momentos
importantes.
Imagina
un río, que fluye tranquilamente a través de campos y ciudades, despacio, con calma. Las
miles de gotas de agua se dejan llevar por la corriente, hasta que llegan a una
cascada. ¿Qué pasa entonces?Inevitablemente, el agua cae a borbotones, se desliza en el aire, se
estrella contra las rocas, formando mareas de espuma y nubes de vapor. En mitad de todo ese espectáculo, esas gotas eligen un
nuevo rumbo, un nuevo lugar, aceleran o frenan, se juntan, se separan, y recuperan la tranquilidad, la estabilidad, hasta la próxima
catarata que las haga volar. Saltar por los aires.
Durante
esas cascadas, decides cómo quieres vivir tu vida. Defines quién eres y qué
quieres ser. Cierras capítulos que
deberías haber dejado de lado hace tiempo, y coges trenes que sólo pasan una
vez en la vida. Momentos en los que dejas atrás el pasado y olvidas el futuro: sólo el presente cuenta. Te recompones, te reinventas, o como se ha puesto de moda hoy
en día: te reciclas.
Sí,
en una vida suceden pocas cosas. Cuando te centras en lo que importa y lo demás te da exactamente igual . Hechos puntuales, desperdigados entre los
años. Y nos llevan a nuevos lugares, nos entrelazan con
desconocidos. Probamos cosas diferentes, empezamos otras aventuras. Nos permiten recuperar las riendas de una vida muchas veces
abandonada, manipulada. Cansada. Esos momentos nos hacen abrir los ojos,
reaccionar y escribir de nuestro puño y letra el destino. Nos hacen vivir.
“Nunca
escribas sobre un lugar hasta que estés lejos de él”, escribió Hemingway. Nunca
entendí el por qué. Hasta ahora, hasta que descubrí ese París del que él
también se enamoró.
El
día comienza pronto, demasiado para mi gusto pero París me espera. Desayuno y
llegamos de los primeros a la Tour Eiffel. Y pese a las escaleras, a la hora
en la que me han levantado y el sueño, no puedo para de sonreír y pensar que
soy feliz, muy feliz. Contemplo París, a metros y metros de sus calles, observo
a sus habitantes y me siento en el séptimo cielo.
Foto-espejo que no podía faltar.
La Torre Eiffel, construida por el ingeniero francés Gustave Eiffel en 1889, hoy símbolo de París y de Francia, uno de los monumentos más visitados del mundo, en su momento generó cierta controversia entre los artistas de la época, que la veían como un monstruo de hierro: "Torre absolutamente ridícula que domina a París como una gigantesca chimenea de fábrica." Sin embargo, tengo que reconocer que la dama de hierro tiene su elegancia y que las vistas desde las alturas son incomparables.
Fotos
desde las alturas y ya desde abajo, en el Champ de Mars. Corremos hacia el
tren y nos plantamos en Versalles. Se trata de un palacio que he querido
visitar muchas veces, pero como está a las afueras de la ciudad, nunca había
tenido la oportunidad, por cuestiones de tiempo.
Su
construcción fue ordenada por Luis XIV (siglo XVII), le Roi Soleil, que huía de París y su clima de incertidumbre, dispuesto a construir un palacio que representase todo su poder y riqueza. En mi opinión, el hombre lo consiguió. También conocido por sus jardines clásicos que albergan otras residencias más "modestas", constituye uno de los palacios más importantes de Europa
Foto-espejo inevitable en la Galérie des Glaces del palacio.
Intentando ponernos de acuerdo para hacer una foto que al final sí se hizo, pero no la pongo porque salgo con los ojos cerrados. Por cierto, para visitar los jardines necesitas pagar otra entrada. Pasamos. Ya no la habían clavado demasiado. Sin embargo, algo sí que pudimos ver.
No obstante, la visita me decepcionó. Sí, una fachada deslumbrante, habitaciones cargadas de oro (incluso los dormitorios) y de obras de arte, pero ahí no cabía un alfiler. Entre los empujones, las quejas y que avanzábamos como si fuésemos un rebaño de ovejas, mi humor decayó por minutos. Pero nada como un buen plato de pasta para mejorarlo.
Sonrisa de "por fin hemos salido de esa lata de sardinas". No vayáis a Versalles un domingo, y sobre todo durante el fin de semana del Patrimonio. No lo disfrutareis como se merece.
Volvimos
a París, a su arteria principal.Les
Champs Elysées nos esperaban. Plan: caminar desde el Arc du
Triumph, donde se encuentra la tumba del soldat inconnu hasta la plaza de la
Concorde y l'Obélisque de Louxor. Mi alma calló a mis pies. Vale, puede que dos kilómetros y medio no parezcan nada, pero cuando llevas días y días caminando y te dicen esto, tienes ganas de matar a alguien. De eso sí que me quedaban fuerzas.
Napoleón
Bonaparte decidió construir este arco tras su victoria en la Batalla de
Austerlitz (1805), al prometer a sus hombres: «Volveréis a casa bajo arcos
triunfales». Inspirado en los arcos de triunfo del Imperio romano, tiene
grabados todas las victorias de Napoléon I. Desde la plaza, parten en forma de
estrella las principales avenidas de París.
La tumba del soldat inconnu es la tumba de un soldado anónimo francés que representa a todos esos soldados que murieron durante la primera guerra mundial. En
1923 se encendió la llama del recuerdo, que se vuelve a encender cada tarde a las
18 h 30.
Y emprendimos la marcha, parándonos sólo para visitar tiendas y hacer algunas fotos.
Hasta que al final llegamos a la famosa Place de la Concorde, más conocida por su Obelisco de Luxor.
El obelisco de la Place de la Concore, una de las más importante de París, es un obelisco del Templo de Luxor, en Egipto, que se ofreció como regalo a Francia en 1830. He tenido la oportunidad de ver los dos de cerca, y ya os digo yo que al de Francia le han hecho algunas reparaciones y le han pasado una buena mano de pintura. Sin embargo, no deja de impresionar el hecho de estar paseando por las calles de París y encontrarte con esta maravilla del mundo Antiguo.
Sí, parece que no es nada, pero esa caminata casi acaba conmigo.
Alguna foto más, y rumbo a la Place de la Bastille donde acabamos cenando crêpes y macarrons. ¿Hay algo mejor? Pero París no duerme, aunque no tengas fuerzas y se te cierren los ojos del sueño, la fiesta nunca acaba, como en el libro de Hemingway.
En
esos días en los que me siento aplastada por una pila inhumana de resúmenes y
nada sale como quiero, mi mente se dedica a elaborar los mejores sueños. ¿El
tema de esta vez? El viaje perfecto.
El
momento en el que el avión despega, deja de tocar el suelo, la forma en la que
atraviesa las nubes, hechas de delicado algodón, el azul del mar y del cielo,
las ciudades de luz a medianoche, esa sensación de estar flotando. Todo empieza
allí. Y sólo por estar en el aire, ya acaricias la libertad.
Vía
de escape. A cualquier hora, sin un plan determinado. Sólo necesitas un billete
y ganas de cambiar, de descubrir lo que hay allí fuera. Más allá del horizonte,
del miedo a lo nuevo, donde cosas increíbles llegan a ocurrir. Así que mi mente decidió pasearse por esos
momentos, los que hacen inolvidables un viaje, y ya de paso crear nuevos.
Soñadora compulsiva, mi mejor defecto, y no me arrepiento.
Sí, podríamos imaginar cientos de fantásticos
viajes, desde un safari por África hasta
un par de semanas tirada en las playas tailandesas, pero seamos sinceros:
siempre está ese viaje de ensueño que hemos planeado al detalle. Y yo he tenido
unos cuantos. Desde visitar al Papá Noel en Laponia, cuando tenía 4 años (sueño
cumplido a los 10, pero con la misma ilusión) hasta pasear bajo la fría lluvia
de Londres (mi niña mimada). Así que durante una tarde gris y nubosa, mientras
yo me comía el coco con las incomprensibles opiniones de filósofos griegos, mi
imaginación despertó, dispuesta a echar a volar.
Sudamérica.
Excitante, colores vibrantes, llena de ese ruido que te hace sentir viva,
alegre, impactante, donde la gente parece que ve la vida de otra forma, listos
para disfrutar cada día, sin importar lo que depare el mañana. Sin miedo,
saboreando cada instante de la vida.
Argentina.
Primero, porque en mi opinión, nadie habla mejor el español que ellos. La
música, la pasión, en cada palabra que pronuncian. Ya sólo por eso, este país
me tiene enamorada. Pero la aventura debe seguir. Bajar hasta la Patagonia,
hasta que lo único que me rodee sea el hielo, el aliento gélido del aire
acariciando mis mejillas, sentirme sola y respirar hondo. Dar un paseo en tren
por la Pampa, con la nariz pegada a la ventana y los ojos bien abiertos. Bailar
un tango en Buenos Aires (primero tendría que aprender, pero eso es solo un
pequeño inconveniente, nada por lo que preocuparse) y comer carne a la parrilla
con toneladas de salsa chimichurri, hasta que mi estómago no pueda más. Papá
estaría encantado con este plan, toda actividad que implique una mesa, carne y
una buena botella de tinto tiene inmediatamente su aprobación.
Siguiente
parada: Brasil. Y si algún día voy, será en febrero, sólo para ir al Carnaval
de Río y bailar samba hasta que me quede sin zapatos. Bueno, siempre puedo
seguir bailando descalza, en medio de sonrisas y con los brazos alzados al
cielo. Felicidad en estado puro. Beber una caipiriña mientras me tuesto bajo el
sol de la playa de Copacabana y cotilleo de todo y de nada o leo un buen libro,
de esos que solo te puedes permitir en vacaciones. Adéntrame en la selva
amazónica, a lo Indiana Jones, aunque no sea una buena idea. Ya sabéis, los
bichos y yo, nunca hemos tenido la mejor de las relaciones. Un paseo en canoa
por el río y un suspiro delante de las cataratas de Iguazú.
Y
si aún me quedasen fuerzas, cogería un avión y me plantaría en Machu Picchu,
dispuesta a empacharme de comida peruana y a sentir la libertad en mis
pulmones, la cara bañada de luz y gritar a la nada en la cima de esas montañas
y verdes valles, del mundo
Una
aventura increíble ¿verdad? E imposible de cumplir a menos que seas millonario,
pero como siempre digo, dispuestos a soñar, mejor soñar en grande ¿no?
Antes del próximo post sobre París, os dejo un adelanto de ese mágico día (simplemente porque en un post no me caben todas las fotos). Como veis, hizo una mañana de domingo soleada, perfecta para hacerse unas "cuantas" fotos en los Campos de Marte, delante de la archiconocida Torre Eiffel.
Podéis pensar que a lo mejor la gente nos miraba con cara de "¿Qué hacen estas niñatas?", pero acabaron uniéndose a nosotras en el césped, haciendo posturas ingeniosas y caras ridículas. Y es que no todos los días estás en uno de los lugares más famosos del mundo, así que en vez de hacerte la típica foto sonriente, por qué no hacerlo más divertido, y quedarte con un recuerdo más personal (o cien mil, como en este caso).
Pose zen en la Torre Eiffel. Un poco más de tiempo y les montamos allí una sesión de yoga completa.
Lo reconozco, mi pelo no tenía su mejor día ¿pero qué le vamos a hacer?
Foto anuncio. Los que se encargan de la publicidad de París nos tendrían que contratar ya de ya. #justsaying
Vale, ésta es una de las mejores fotos, sobre todo por los caretos con los que salimos mi amiga y yo. ¿No parece que vaya a salir volando por los aires como un cohete?
La verdad, es que no sé qué me pasó en esta foto ¿Por qué parezco alguien a la que acaban de asustar?
Ohhhhh, la ville de l'amour...
Y esta foto resume perfectamente, como me sentí aquel día...como si estuviese flotando en el aire. Gracias, París por hacerme pasar uno de los mejores viajes de mi vida.
Siento haber estado tan desaparecida últimamente y es que no he tenido un minuto libre.
Podría poner la típica excusa de que he estado muy ocupada con los estudios,
pero mentiría descaradamente. ¿Qué me ha pasado? No es muy común, la verdad.
Sólo pasa una vez al año, siempre en la misma época. Cuentas los días en verano,
desesperado, mirando sin parar el calendario como un lunático. Es una adicción.
No, es mucho más. Y lo peor es que no sólo me pasa a mí, sino que he
descubierto que mucha más gente padece esta enfermedad.
¿Aún
no sabéis de lo que os hablo? Dejadme que os describa los síntomas. Ansiedad.
Mucha. Tu ordenador se convierte en tu mejor amigo y los problemas del WIFI en
tu peor enemigo. Nervios. ¿Qué sucederá? ¿Cómo comenzará? La imaginación vuela
y tus conversaciones se vuelven monotemáticas. Haces apuestas. Defiendes y críticas
sin piedad. Maldices, te muerdes las uñas y te enganchas a Twitter como si
fuese un salvavidas. Y cuando llega por
fin es como la mañana de Navidad: esperanzas, ilusiones, sonrisas sin razón.
Nada puede nublar el cielo ese día, ni siquiera las nubes.
¿Qué
os estoy contando? Amigos míos, Septubre ha llegado. Si no eres un seriéfilo,
pues te habrás quedado igual, así que aquí va una breve explicación. Las
cadenas americanas de televisión estrenan la mayoría de las temporadas de sus
series a finales de septiembre y a principios de octubre, un periodo de tiempo
bautizado como SEPTUBRE ¿Lo vais
pillando? Y los que somos tan fans que no podemos esperar a que hagan el pésimo
doblaje en español, las vemos al día siguiente en versión original. Por eso
durante unas dos semanas, todos nos dedicamos a comentar los capítulos pilotos
de las nuevas, en busca de alguna serie que remplace a las que ya han
terminado, y continuamos con nuestras secretas adicciones de siempre.
Ya
lo sé, mucha gente no entiende que te puedas enganchar a tantas series, pero
dejadme deciros que me gustan mucho más que una película, puesto que la trama
está más enrevesada y podemos ver cómo van evolucionando los personajes. Sí,
insultas a los guionistas cada dos por tres y endiosas a tus actores
favoritos. Es la guerra. Mucho más divertido ¿no? Y que quede claro que las
series no se pueden comprar a los libros, no porque uno sea mejor que el otro,
sino porque no tienen nada que ver.
Bueno,
después del rollo que os he metido aquí van algunas sugerencias, por si aún no
estáis enganchados a ninguna (¿Qué hacéis con vuestra vida?):
The
Vampire Diaries
Elena
Gilbert es una adolescente que se enamora de Stefan, un vampiro. Ya lo sé, todo
muy Crepúsculo hasta ahora, pero os garantizo que es mil veces mejor. Sin
embargo, su relación se complica cuando el hermano de Stefan, Damon (ésta es la
razón de la que os hablaba antes, con él todo es mucho mejor), aparece
dispuesto a todo para acabar con él hasta que topa con ella. ¿Por qué los dos
hermanos se enamoran de Elena? Una chica de su pasado es la respuesta, y cuando
vuelve todo salta por los aires.
No
soportaréis a la protagonista si no os gustó Kristen Stewart en el papel de
Bella Swan (espero que todo el mundo sea de esta opinión), pero sólo por la
locura y las frases de Damon, la dulzura de Caroline y la sonrisa de Klaus (que conoceréis más adelante) merece la pena ver la serie. Si os engancha, después de haber terminado la
cuarta temporada podéis empezar a ver The Originals (mi familia favorita,
aunque de familia les queda poco), un spin-off de The Vampire Diaries.
Grey’s
Anatomy
Durante
la primera temporada se ven los primeros días de trabajo de Meredith, Cristina (adoro a esta
chica), Izzie, George y Alex en el hospital Seattle Grace. Los cinco médicos
cirujanos internos están bajo las órdenes de la residente Miranda "La
nazi" Bailey (sin duda, el mejor personaje de la serie). Además de los
casos, se muestra como Meredith inicia una relación con el neurocirujano Derek
Sheperd (con el cual se acostó sin saber quién era la noche antes de empezar),
como Cristina inicia otra relación con el cirujano cardiotorácico Preston
Burke, como Izzie y Alex flirtean y como George está enamorado en secreto de
Meredith.
Vale,
ahora mismo os estaréis preguntando qué hago con mi vida. ¿Quién ha podido con
las 10 temporadas de esta serie? Sólo las amas de casa y yo. La verdad es que
empecé a verla cuando era pequeña y me gustó mucho. No obstante, debo reconocer
que a partir de la quinta temporada se hace muy pesada, sobre todo porque
empieza a pasar algo que odio profundamente como cualquier seriéfilo: la
mayoría de los personajes que comenzaron la serie la abandonan porque los
actores acaban hartándose. No me extraña. Así que veo la serie cuando no tengo
nada más que hacer.
Revenge
Emily
Thorne, cuyo verdadero nombre es Amanda Clarke, regresa a los Hamptons para
vengarse de las personas que causaron la muerte de su padre, David Clarke, y
que destruyeron su familia. Cuando Amanda era una niña, su padre fue arrestado
por cargos inventados de terrorismo, fue juzgado injustamente y condenado por
traición a la patria. Él acabó muriendo en la cárcel y ella encerrada en un
centro de detención juvenil. A sus 18 años es puesta en libertad, y Nolan,
joven genio informático y amigo de su padre, la informa de que es heredera de
parte de una sociedad en la que su padre invirtió y que ahora es millonaria.
Entonces, Amanda decide cambiar su nombre por el de Emily Thorne y decide
vengarse de los responsables de la caída de su padre, la poderosa familia
Grayson, sin imaginar las consecuencias de sus acciones.
Revenge
es una de esas series de la que te esperas de todo: cualquier cosa puede pasar.
La trama cada vez se complica más, pero es bastante fácil de seguir. Y vamos a
decirlo claro: ¡Emily es la puta ama y Nolan no se queda atrás!
Homeland
La
serie sigue a Carrie Mathison (Claire Danes), una oficial de operaciones de la
CIA que, que después de realizar una operación no autorizada en Irak, es puesta en
régimen de prueba y reasignada a un centro de la CIA en
Langley (Virginia). Mientras ella estaba llevando a cabo la operación en Irak,
fue advertida por un activo de que un prisionero de guerra estadounidense se había
unido al grupo terrorista Al-Qaeda. Durante una reunión Carrie se
entera de que Nicholas Brody (Damian Lewis), un sargento de los Marines de EEUU
que había sido considerado como desaparecido en combate desde 2003, ha sido
rescatado durante una incursión en un puesto perteneciente al grupo terrorista
de Abu Nazir. Carrie llega a creer que Brody es el prisionero de guerra
estadounidense del que su activo en Irak estaba hablando. No obstante, el
gobierno federal y sus superiores en la CIA consideran a Nicholas Brody como un
héroe de guerra. Al darse cuenta de que sería casi imposible convencer a su
jefe de poner bajo vigilancia a Brody, Carrie se acerca a la única persona en
quien pueda confiar, Saul Berenson. Los dos deben trabajar juntos para
investigar a Brody y evitar otro ataque terrorista en suelo estadounidense.
Aún
no me ha dado tiempo de ver el primer capítulo de la tercera temporada, pero
sabiendo cómo acabó la segunda, promete y mucho. La empecé a ver este verano
mientras estaba en Oxford, porque allí todas las personas que conocí y que la
habían visto no paraban de alabarla, de ponerla por las nubes, así que me dejé convencer. No me
arrepiento. Sí, la trama es complicada pero Claire Danes es demasiado genial y
demasiado loca como para no acabar cogiéndole cariño.
Scandal:
Olivia
Pope (Kerry Washington) es una mujer fuerte y segura de sí misma, vestida siempre impecablemente y experta en
solucionar crisis, que se dedica, junto a un equipo que ella misma ha formado,
a proteger la imagen pública de la élite del país, evitando que sus más oscuros
secretos salgan a la luz. Su punto débil: el presidente de Estado Unidos.
Con
esta serie dudé, y mucho. ¿Por qué? Por la guionista, Shonda Rhimes, que por si
no lo sabéis, también es la autora de Anatomía de Grey. No estaba preparada para
otra serie con tanto drama. Pero al final pensé que todo merece una
oportunidad. No me arrepentí. Sí hay drama y lágrimas, pero Olivia Pope, la
protagonista, es la puta ama (otra Emily Thorne pero menos sanguinaria y fría),
y eso no es discutible. Y aunque sea prácticamente imposible, ella y el presidente acabarán juntos, sino me cargo a los guionistas. Quedáis avisados.