Después de pasar 4 semanas en Oxford, viajé a Londres donde me quedé unos días. ¿Qué hice? Aquí os dejo una lista de lo que me gusta hacer mientras estoy en mi ciudad favorita.
* Comida extranjera: Londres, al ser una ciudad tan multicultural, habitada por tanta gente de diferentes países, tiene algunos de los mejores restaurantes de comida japonesa, china, tailandesa, india, libanesa...que he probado en mi vida. Así que cada vez que vengo intento pasar de los restaurantes normales e ir siempre a alguno de comida oriental.
Mr Chow - 151 Knightsbridge
* Patisserie Valerie es una cadena de cafeterías, que sirve los mejores postres del mundo, aunque también puedes comer allí. Mi recomendación es ir a merendar o a desayunar. Ya veréis que hay millones de pastelerías-cafeterías muy parecidas, sobre todo en la calle Picadilly (justo al lado de Picadilly Circus) pero ésta es sin duda mi favorita.
* Si eres tan amante de los libros como yo, debes pasar por Waterstone's (también la puedes encontrar en Picadilly). Sería capaz de pasar horas enteras allí, subiendo los pisos, examinando todas las estanterías, leyendo las primeras páginas de un libro acurrucada en un sofá...amo ese lugar. Mi recomendación: pásate por Waterstone's y ves después a merendar a Patisserie Valerie.
* M&M Store (Leicester Sqaure) es el paraíso de cualquier niño y amante de los lacasitos. Miles de bolitas de chocolate, en todos los colores que puedas soñar, peluches, tazas, mochilas...todo con los muñecos de la marca. La tienda siempre esta repleta de turistas, pero pasas un rato genial dentro.
* Como alguien que adora comprar, Londres es un paraíso. Sin embargo, siempre intento evitar sitios como Oxford Street o Regent Street, porque están continuamente plagados de turistas y de tiendas que también puedo encontrar en España. Así que cojo el metro y voy a uno de estos dos lugares:Portobello Road en Notting Hills o Camden Town. Allí encontrarás todo lo que puedas imaginar, e incluso podrás llegar a regatear los precios. Una de las zonas más atractivas y pintorescas de la ciudad.
*Harrodsen Knightsbridge no es precisamente el lugar donde encontrar gangas. Sin embargo, a los que les gusta mirar y curiosear, Harrods os parecerá un paraíso. Os recomiendo la sala de Navidad, en funcionamiento todo el año, y el piso de los juguetes, el sueño de cualquier niño hecho realidad. Para las chicas, no os perdáis la sección de vestidos de noche y zapatos; cuestan un ojo de la cara, pero al menos te dejan probarte unos Louboutin y pasear con ellos por la tienda.
* Si el sol, por casualidad, brilla, aprovechad el día haciendo actividades al aire libre. Mis recomendaciones:
Un paseo en bicicleta por Hyde Park. Es muy sencillo alquilarlas en cada entrada del parque, y cuando os hayáis cansado siempre podéis parar y hacer un picnik sobre el césped, al lado del lago.
También podéis subir hasta la cima de Monument (sí, los británicos son muy originales). Aunque son bastantes escalones, las vistas de la ciudad merecen la pena.
Una de mis opciones predilectas cuando estoy en Londres es hacer un crucero por el Támesis: una forma de ver los monumentos más importantes de la ciudad sin tener que coger el metro constantemente.
Por último, si veis que os aburrís un poco de la capital, coged un bus o un tren y explorad el país. Yo decidí pasar un día en Cambridge, donde estaba una de mis mejores amigas. La verdad es que la ciudad tiene su encanto, con edificios antiguos, tiendas y cafeterías de cuento, llena de los famosos College. Sin embargo, yo sigo siendo TEAM OXFORD.
Por
último, el sueño. Tampoco fue fácil. Todo lo contrario. ¿El problema? Que tengo
muchos sueños por cumplir. Es lo que tiene ser una soñadora. Y si tuviera que
escoger uno sería vivir en Londres. Me enamoré de la ciudad a primera vista. París
me deslumbró, Roma me impresionó y Milán me pareció divertido. Pero Londres,
con sus calles llenas de vida, su tiempo caprichoso y su gente, me robó el
corazón. Los idiotas la tachan de fría, altiva, gris, mientras que yo la encuentra
única. Y es que no importa que llueva todo el año, que diluvie si hace falta, a
mi me da igual.
Así
que sueño con ella. Una piso en el pintoresco Notting Hill, los viajes en metro,
Oxford Circus, paseos por Hyde Park o en ese bus de dos pisos tan monos, cafés en el Starbucks y tazas de té decentes. Quiero deambular
sin rumbo, perderme en callejones, calarme de agua. ¿Estoy loca? Puede. No sé,
encuentro que hay algo emocionante en todo ello. Subir el volumen de la música
del reproductor, mirar a tu alrededor, y observar a gente a quien no les
importa en absoluta cómo vistas o de dónde vengas. Lo
encuentro liberador. Genial.
Todos
son diferentes, no siguen estúpidas modas, ni critican a la chica que sienta a
su lado en el bus y que lleva el brazo totalmente tatuado. Les da igual. No pierden
el tiempo en esas tonterías. Cada uno va a lo suyo, como hormiguitas, con un
destino claro. Sí, parecen robots, sin vida propia. La verdad es que no sé qué
se siente, pero habrá que probarlo para descubrirlo ¿no? ¡Y yo me ofrezco
voluntaria!
Ya
van dos años seguidos en los que paso algunos días en la capital, y con suerte,
este año me volvéis a tener allí otra vez. Aunque puede que no, ya veremos. Creo que mi madre tiene miedo de que me fugue y no vuelva nunca. La verdad, he de admitir que me lo he planteado. Más de un vez.
2.Convencer
a mis padres para que me dejen estudiar en París (eso quizá
me lleve más de un año) 3.Aprender
a hacer cupcakes (en realidad, aprender a cocinar)
4.Ser
voluntaria en el hospital St Joan de Deu (hospital especializado en oncología
infantil)
5.Comprarme
unos tacones de verdad 6.Seguir
escribiendo aquí (eso no me costará nada) 7.Cambiarme
el móvil (mi Blackberry ya está para tirarla, pero es que me he encariñado con
ella) 8.AHORRAR
(lo pongo en mayúsculas, porque sé que me costará) 9.Gastarme
el dinero “ahorrado” en renovar mi armario 10.Ponerme
morena (todo un reto para mí)
11.Leer
Ana Karenina de Tolstoi (he visto el tráiler de la pelicula y me he enamorado, pero el libro
es demasiado largo, y mira que a mí me gusta leer)
Después
de mi periplo veraniego por tierras británicas, bueno no tanto, ya que no me he
separado ni un solo día de la sudadera y el paraguas (se me rompió a la semana,
no preguntéis cómo), he llegado a la conclusión de que el inglés no lo habla
bien nadie. La escuela de idiomas a la que asistía parecía más una torre de
Babel que una academia: turcos, coreanos, suizos y españoles charlando en un
mismo idioma. Tengo que admitir que lo torturamos, lo descuartizamos y lo
crucificamos, al pobre. Lo hablábamos como nos daba la gana, era un caos, pero
organizado, porque al final acabábamos comprendiéndonos casi todo, que es la
finalidad ¿no?
Ni
siquiera los ingleses lo hablan bien, cada uno de una forma distinta, y comiéndose
las palabras que quieren. ¿Qué puede esperarse de un país que no se ha molestado
ni en redactar una Constitución? Pensareis, vaya desastre de nación, pero no,
los tíos llevan años sin leyes escritas y siguen tan felices como unas perdices. Aquí, ya nos
habríamos tirado unos encima de otros. ¿Por qué somos tan diferentes? Será el
clima. Frío con frío, calor con calor. No importa, me encantan Reino Unido y
los ingleses…son tan raros (en el buen sentido). Keep Calm and God Save The
Queen. Tan adorables con su tweed y su té con leche (¡disgusting!). Y me gusta
el inglés, es tan…raro (Ha, ha, chiste malo).
Por
una vez hagamos caso a nuestros amigos alemanes, que sobre lenguas horribles, ellos saben bastante. Sin ir más lejos, poseen un idioma que es para tirarse de
los pelos, no sólo porque sea humanamente impronunciable, sino que también es
feo. Pero feo de verdad. Parece que están cabreados todo el rato. Ya me he
desviado del tema. Le tengo que dedicar un post entero a lo que pienso de los
alemanes, son una especie totalmente diferente a la nuestra, merecedora de un
profundo estudio. Bueno, ellos dicen que lo importante no es hablar bien, sino
que te entiendan, y cuando lo hagan pasa a otro idioma. ¿Qué tal el chino? Que
está de moda. Así que ya sabéis, menos culebrones hispanos y más telenovelas
chinas.