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jueves, 7 de febrero de 2013

Optimismo III - Un Sueño


Por último, el sueño. Tampoco fue fácil. Todo lo contrario. ¿El problema? Que tengo muchos sueños por cumplir. Es lo que tiene ser una soñadora. Y si tuviera que escoger uno sería vivir en Londres. Me enamoré de la ciudad a primera vista. París me deslumbró, Roma me impresionó y Milán me pareció divertido. Pero Londres, con sus calles llenas de vida, su tiempo caprichoso y su gente, me robó el corazón. Los idiotas la tachan de fría, altiva, gris, mientras que yo la encuentra única. Y es que no importa que llueva todo el año, que diluvie si hace falta, a mi me da igual.  

Así que sueño con ella. Una piso en el pintoresco Notting Hill, los viajes en metro, Oxford Circus, paseos por Hyde Park o en ese bus de dos pisos tan monos, cafés en el Starbucks y tazas de té decentes. Quiero deambular sin rumbo, perderme en callejones, calarme de agua. ¿Estoy loca? Puede. No sé, encuentro que hay algo emocionante en todo ello. Subir el volumen de la música del reproductor, mirar a tu alrededor, y observar a gente a quien no les importa en absoluta cómo vistas o de dónde vengas. Lo encuentro liberador. Genial. 

Todos son diferentes, no siguen estúpidas modas, ni critican a la chica que sienta a su lado en el bus y que lleva el brazo totalmente tatuado. Les da igual. No pierden el tiempo en esas tonterías. Cada uno va a lo suyo, como hormiguitas, con un destino claro. Sí, parecen robots, sin vida propia. La verdad es que no sé qué se siente, pero habrá que probarlo para descubrirlo ¿no? ¡Y yo me ofrezco voluntaria!

Ya van dos años seguidos en los que paso algunos días en la capital, y con suerte, este año me volvéis a tener allí otra vez. Aunque puede que no, ya veremos. Creo que mi madre tiene miedo de que me fugue y no vuelva nunca. La verdad, he de admitir que me lo he planteado. Más de un vez.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Optimismo II - Alguien a quién amas


Después viene la persona a la que amo. Eso fue difícil. En mi vida, hay mucha gente importante. Desde mi familia, mis amigas, y ciertas personas a las que tendría que olvidar, por mi propio bien ¿Pero qué le vamos a hacer? Muy lista para unas cosas, muy tonta para otras, como siempre me repite Nerea. Sí, tiene razón, por una vez (¡El resto del tiempo soy yo quien la tiene!)

Bueno, me salté las normas, últimamente lo hago mucho. ¿Por qué poner una persona, si tengo seis maravillosas a las que no cambiaría por nada en el mundo? Mi familia. Papá, mamá, Héctor, Ale, Quique y Zito. Somos muchos, demasiados, pensareis quizá. Pero ellos me hacen más fuerte, están allí cuando me caigo, y sé qué harían cualquier cosa por mí. ¿Qué más? ¡Ah, sí! Porque juntos, nos lo pasamos de miedo. Descubrimos el mundo, aprendemos uno de otros, y somos únicos, o eso me gusta pensar. Si es genial tener a una persona siempre de tu lado, imaginaos a seis: el equipo García.

A medida que voy creciendo, me voy dando cuenta de la suerte que tengo. Muchísima. Cada vez es más común el divorcio, y en medio siempre están los niños, que son los que más sufren. Sí, los padres rehacen su vida, forman nuevas familias, pero no es lo mismo. A mí, en cambio, me ha tocado la lotería con la que tengo. Sí, a veces las cosas se complican, pero juntos superamos cualquier obstáculo. Somos un conjunto ecléctico y ruidoso, que no deja a nadie indiferente. Porque si algo hacemos bien, es llamar la atención, aunque no lo queramos. Es lo que tiene ser tantos. Pero no cambiaría por nada a estas seis personitas. Por nada en el mundo. 

Continuará...


sábado, 1 de diciembre de 2012

Optimismo I - Un recuerdo bonito


Hace unos días, mi profesor de filosofía nos propuso una actividad para fomentar el hábito del optimismo. ¿Qué tiene que ver con la materia?, pensareis. Ni idea, pero me pareció interesante. Consistía en recortar tres círculos de diferentes colores (yo simplemente los pinté) y escribir:

- un recuerdo bonito
- alguien a quién amas
- un sueño

Al principio parece sencillo, hasta que empiezas a comerte el coco. Sin embargo, al final lo conseguí, no sin esfuerzos. ¿Queréis que os hable de lo que puse y el por qué?

Como recuerdo bonito escogí Brighton, esa ciudad costera del sur de Inglaterra en la que esta implacable bloguera estuvo suelta durante un mes para “perfeccionar” el idioma. Por supuesto, lo mejor no fue eso, sino el poder hacer lo que me daba la gana. Literalmente. Me levantaba a las doce, volvía de madrugada y nadie me decía nada. LIBERTAD. Y mis padres tan tranquilos, pensando que yo estaría recluida como si fuese un convento. No les dijeron que Brighton era como la fiesta de Inglaterra. Menos mal, o no me habrían mandado allí ni locos. Escapadas de fin de semana a Londres, veladas en pubs y mucho Coco Loco.

Ese viaje me cambió. Ya no me tomo la vida tan en serio, soy más feliz. Esa parte de mí que me impide ser yo misma por culpa de lo que piensen los demás, ahora es más pequeña. Allí nadie me conocía. Era como una pizarra en blanco, y yo tenía el rotulador con el que dibujar. Y me dibujé a mí misma, quien quería ser en realidad. Decía y hacía lo que quería, sin que nadie me juzgara. 

Así que gracias a Fabienne, mi suiza preferida, a Irene, porque si separadas éramos terremotos, juntas imaginaos, a Letizia, su desparpajo y su lengua demasiado suelta, a Harun, el ingeniero que aún no era ingeniero, friki y que nos hacía reír a todos, a Ayşenur, esa turca que hacía lo que le daba la gana, a Owen, el coreano que decía que sonreía demasiado (yo le llegué a decir que todos los coreanos eran iguales), a Adrià, una versión de mí misma, loco por las compras y un histérico (en el buen sentido), Yi-Shan Wu, una niña en cuerpo de mujer y muchos más. Viví historias inolvidables (mías y de otros) y me lo pasé en grande. 

¿Volveré? No lo creo. Mejor que se quede como lo recuerdo. El Pier, los noodles, Spanish Place, Preston Park, Patcham. Desordenado, colorido, con olor a mar. Un lugar increíble, que fue capaz de cambiarme a mí, la persona más cabezota a la que este mundo tendrá que enfrentarse. ¿Cómo? A base de felicidad. 

Continuará...