
Así
que sueño con ella. Una piso en el pintoresco Notting Hill, los viajes en metro,
Oxford Circus, paseos por Hyde Park o en ese bus de dos pisos tan monos, cafés en el Starbucks y tazas de té decentes. Quiero deambular
sin rumbo, perderme en callejones, calarme de agua. ¿Estoy loca? Puede. No sé,
encuentro que hay algo emocionante en todo ello. Subir el volumen de la música
del reproductor, mirar a tu alrededor, y observar a gente a quien no les
importa en absoluta cómo vistas o de dónde vengas. Lo
encuentro liberador. Genial.
Todos
son diferentes, no siguen estúpidas modas, ni critican a la chica que sienta a
su lado en el bus y que lleva el brazo totalmente tatuado. Les da igual. No pierden
el tiempo en esas tonterías. Cada uno va a lo suyo, como hormiguitas, con un
destino claro. Sí, parecen robots, sin vida propia. La verdad es que no sé qué
se siente, pero habrá que probarlo para descubrirlo ¿no? ¡Y yo me ofrezco
voluntaria!
Ya
van dos años seguidos en los que paso algunos días en la capital, y con suerte,
este año me volvéis a tener allí otra vez. Aunque puede que no, ya veremos. Creo que mi madre tiene miedo de que me fugue y no vuelva nunca. La verdad, he de admitir que me lo he planteado. Más de un vez.
Suerte por tu deambular por la pérfida Albión...
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