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sábado, 1 de diciembre de 2012

Optimismo I - Un recuerdo bonito


Hace unos días, mi profesor de filosofía nos propuso una actividad para fomentar el hábito del optimismo. ¿Qué tiene que ver con la materia?, pensareis. Ni idea, pero me pareció interesante. Consistía en recortar tres círculos de diferentes colores (yo simplemente los pinté) y escribir:

- un recuerdo bonito
- alguien a quién amas
- un sueño

Al principio parece sencillo, hasta que empiezas a comerte el coco. Sin embargo, al final lo conseguí, no sin esfuerzos. ¿Queréis que os hable de lo que puse y el por qué?

Como recuerdo bonito escogí Brighton, esa ciudad costera del sur de Inglaterra en la que esta implacable bloguera estuvo suelta durante un mes para “perfeccionar” el idioma. Por supuesto, lo mejor no fue eso, sino el poder hacer lo que me daba la gana. Literalmente. Me levantaba a las doce, volvía de madrugada y nadie me decía nada. LIBERTAD. Y mis padres tan tranquilos, pensando que yo estaría recluida como si fuese un convento. No les dijeron que Brighton era como la fiesta de Inglaterra. Menos mal, o no me habrían mandado allí ni locos. Escapadas de fin de semana a Londres, veladas en pubs y mucho Coco Loco.

Ese viaje me cambió. Ya no me tomo la vida tan en serio, soy más feliz. Esa parte de mí que me impide ser yo misma por culpa de lo que piensen los demás, ahora es más pequeña. Allí nadie me conocía. Era como una pizarra en blanco, y yo tenía el rotulador con el que dibujar. Y me dibujé a mí misma, quien quería ser en realidad. Decía y hacía lo que quería, sin que nadie me juzgara. 

Así que gracias a Fabienne, mi suiza preferida, a Irene, porque si separadas éramos terremotos, juntas imaginaos, a Letizia, su desparpajo y su lengua demasiado suelta, a Harun, el ingeniero que aún no era ingeniero, friki y que nos hacía reír a todos, a Ayşenur, esa turca que hacía lo que le daba la gana, a Owen, el coreano que decía que sonreía demasiado (yo le llegué a decir que todos los coreanos eran iguales), a Adrià, una versión de mí misma, loco por las compras y un histérico (en el buen sentido), Yi-Shan Wu, una niña en cuerpo de mujer y muchos más. Viví historias inolvidables (mías y de otros) y me lo pasé en grande. 

¿Volveré? No lo creo. Mejor que se quede como lo recuerdo. El Pier, los noodles, Spanish Place, Preston Park, Patcham. Desordenado, colorido, con olor a mar. Un lugar increíble, que fue capaz de cambiarme a mí, la persona más cabezota a la que este mundo tendrá que enfrentarse. ¿Cómo? A base de felicidad. 

Continuará...


lunes, 19 de noviembre de 2012

La estrella de mi noche


 Las estrellas han desaparecido entre las nubes, escondiendo su luz por una noche. Se parece a mis días. Una noche sin final y ninguna luz que la ilumine. ¿Te hablo? ¿No te hablo? Ya está aquí otra vez mi dilema. Empiezo a escribir, pero no me atrevo a seguir. Mi mirada se vuelve a perder en la oscuridad. Llueve ¿Cómo no? Llueve desde que te fuiste. Noche y día. Es como si el cielo también te echase de menos. Pero seguro que no tanto como yo. 

Deambulo por estas calles, que un día fueron nuestras, conquistadas a gritos y sonrisas. Ahora, vacías, llenas de sombras, sólo recuerdo el ruido de tacones sobre asfalto, el olor de tu pelo, el color de aquel vestido. Momentos que se van fundiendo en una niebla de recuerdos. 

Nada es lo mismo sin ti. ¿Acaso te llevaste la luz al marcharte? Todo aquí ha perdido color, brillo y vida. Quizá, fueses una estrella en medio de la oscuridad, iluminando su alrededor. Y ahora que te has ido, yo sigo aquí, sumido en una noche sin fin, sin esa estrella que por un instante hizo brillar mis días y mis noches. 



lunes, 22 de octubre de 2012

¿Qué hago ahora contigo?


 Nuestra historia está enterrada ya, o al menos eso me parecía. Porque esta noche he soñado contigo. Otra vez ¿Es ni siquiera una historia? No. Son momentos, instantes preciosos, sí, pero nada más que eso. Conversaciones infinitas, risas para la eternidad. Y Bob Marley tocando de fondo. Son partidas de billar ganadas, sonrisas bajo la lluvia y cafés de Starbucks.

¿Me arrepiento de mi decisión? No creo. Fue mejor así ¿Qué piensas? No hace falta que respondas. Ya lo sé, siempre dejaste claro que no estabas de acuerdo. Nunca lo estábamos ¿recuerdas? Continúas discusiones por cualquier nadería. En la calle, en clase y en restaurantes. Cualquier lugar era bueno. Hasta éramos capaces de debatir en varios idiomas. Pasábamos del español al inglés sin darnos ni cuenta, mientras los demás nos miraban asombrados. No nos comprendían. Nadie lo hacía, ni siquiera nosotros mismos. Saltábamos de las bromas a las pullas con increíble facilidad, como si nos conociéramos desde hace tiempo. Nada más lejos de la realidad.  

¿Qué voy a hacer contigo ahora? Aún no lo sé. Me digo que tengo que olvidarte, pero parece que mi cabeza no está por la labor. Ni tú tampoco, ya que estamos. Parece como si quisieras que no te dejara atrás, hablándome a todas horas como lo haces. ¿Pero sabes qué? Yo ya no sé si quiero seguir jugando a este juego, del que solamente tú conoces las reglas. Y siempre estás haciendo trampas. ¿Qué quieres conseguir?

Te echo de menos, sí. Pero ya lo sabes, te has ocupado de que esto pasase. Tú cada vez te alejas más de mí, y yo cada vez te quiero más cerca. ¿Y si te borro por completo? ¿Y si hago ver que nunca exististe?¿Que nunca hubo un nosotros?¿Dejará, entonces, de saltar mi corazón cada vez que mencionen a Brighton? ¿O que oiga la voz Billy Armstrong? No es tu voz, pero me recuerda demasiado a ti. Tú me cantabas al oído y yo…sonreía como una idiota. Como estoy haciendo justo ahora.


¿Ves lo que me has hecho? Justo lo que me prometí que no sucedería. Yo antes era normal, más o menos. Últimamente, parezco una de esas adolescentes con las hormonas por las nubes. Esas a las que nos dedicábamos a criticar por las mañanas, cuando estábamos tan cansados que ni siquiera podíamos enfadarnos. En el bus, donde tú me pasabas tu abrigo porque yo había sido tan ingenua como para creer que aquel día no llovería. Siempre acababas helado por mi culpa, bueno por la tuya, por ser demasiado amable.

Justo ahora, que estoy hecha un lío, decides hablarme. Tú es que tienes telepatía o algo así, porque me estás asustando. “¿Qué tal el día?” ¿Qué le respondo? ¿Qué me he pasado el día pensando en él?¿Qué he soñado con  él? Ni hablar. Está historia (no, no es una historia) ya terminó hace tiempo. Tiene un punto final. Y tú y yo seguimos escribiéndola como si nada, rompiendo todas las normas. Esto no funcionará, lo sabíamos desde el principio, pero parece que a ninguno de los dos nos importa.

Todo esto es por tu culpa. Mis sonrisas han acabado dependiendo de ti. Yo ya no me siento yo misma. Es como si hubiera dejado una parte de mí allí, contigo. Como si aquella chica parlanchina del vestido rojo, que siempre hacía que acabásemos perdidos y helados bajo la lluvia, no fuera ahora más que un espejismo, una sombra de lo que fue algún día. Es ridículo, pero no puedo evitarlo. Se suponía que estás historias acababan bien ¿no? Siempre me las habían contado así.

600 palabras ya. Suspiro. Sigo tan confusa como antes. O quizás más, ya ni lo sé. Eres un recuerdo bonito, a pesar de todo. Los cafés mañaneros, las tardes de cine y tu mano en mi cintura. Todos los son. Pusiste mi mundo patas arriba y lo dejaste así, y yo no tengo ni idea de cómo restaurarlo. Sólo sé que no me importa soñar contigo. No me importa para nada. Pero no te lo diré, por si acaso. No vaya a ser que lo uses en mi contra, como haces siempre.

 Las gotas de lluvia van borrando poco a poco los recuerdos, mientras se deslizan por mi ventana. Esto llega a su fin ¿te das cuenta? No nos queda mucho tiempo. Los días me van devolviendo mi vida y tú ya no eres más que un fantasma de mi pasado, uno con el que sigo hablando, sí, pero ya no duele tanto. Tu risa se desvanece. Olvido el color de tus ojos. Pronto, no serás más que un chico que me hace reír con un par de bromas. Dejarás de ser la sonrisa de mis días. Triste, la verdad ¿Pero qué más podíamos esperar? Eres un imbécil, que me cae bien, but I hate you. ¡Ves! Yo antes, antes de ti, no era así. Hasta nunca S. Bueno, no, hasta mañana. Aún no estoy preparada para decirte adiós del todo. 

sábado, 13 de octubre de 2012

British Baby Barbies

No sé porqué me ha dado últimamente por escribir sobre Reino Unido. Será que lo echo de menos. Terriblemente. Y es que aunque intento convencerme de lo contrario, he de admitir que ese mesecito que pasé allí, ha ocupado, sin que pudiese evitarlo, un sitio en mi corazón. Ya os contaré porqué.

 Hoy quería hablaros de una extraña especie que descubrí durante mi estancia en Inglaterra: las British Baby Barbies (BBB). La traducción literaria sería Barbies bebés británicas, o algo parecido. ¿Y cómo las conocí? Tuve que convivir con una.

A ver, ¿cómo empiezo? La primera vez, que vi a Summer, la chica con la que vivía, pensé que tendría mi edad y no 13 años como me habían dicho. Iba más maquillada que una puerta, con los ojos bañados en rímel y la cara de un uniforme color crema, que no pegaba con el resto de su piel más pálida. Salía de casa vestida con mini falda, cazadora de cuero y Converse. Muy mona, he de reconocer. Pensé que se iba a cenar fuera, con unas amigas, o quizá al cine. Sin embargo, me equivocaba. Sólo iba a comprar leche al súper. Sí, a comprar leche.  No sé vosotros, pero yo, cuando mi madre me manda a por el pan, voy con sudadera, tejanos y un moño, y no llevo las pantuflas, porque no me deja. Bueno, sigamos con mi querida amiga Summy. Al volver, a los 5 minutos, se encerró en su habitación y cuando salió para cenar ya se había puesto el pijama de la Minnie. Ufff, algo más normal


Al día siguiente, me levanté pronto y fui al baño. Estaba ocupado. Se estará duchando, ya volveré después, pensé. Desayuné, me vestí, hice la cama y por fin cuando ya me estaba desesperando, ella salió. Y me quedé boquiabierta. Por supuesto, iba pintarrajeada a más no poder y se había puesto el “uniforme” del colegio, un conjunto que consistía en un polo azul cielo y  falda o pantalón negros para las chicas. Bueno ella llevaba el polo, sí, pero de la falda, ni rastro. Al menos que fuese esa cinta negra que apenas le tapaba el culo. Bueno, su madre al verla le dirá algo, me dije, por lo menos que se baje un poco la falda, pero me equivoqué otra vez. Y encima al salir a la calle, me doy cuenta de que Summer no es una excepción, es que todas van así. Entonces, me decidí a saber más de ellas, sus gustos y esas cosas. Y aquí está mi conclusión.

Para ser una BBB no importa si eres alta, bajita, rubia, morena, escuálida o con curvas. Sólo tienes que tener entre 10 y 13 años, adorar a Justin Bieber y One Direction, y tener mucho, pero mucho ego. Te llamas Amy, Kelly, Missi, no puedes salir de casa sin el pelo planchado y una buena capa de rímel. No has leído un libro en tu vida, salvo la biografía de One Direction, y sólo ves programas como X Factor o MTV. Le prestas más atención a tu Blackberry que a tus padres y te pones a gritar cada vez que tu ídolo sale por la tele (que por desgracias pasa muchas veces).

Hay algo más que descubrí cuando entré por primera vez a la habitación de Summer, algo que me dejó boquiabierta. La niña mimada, encima de tener un cuarto más grande que el de sus padres, con tele, cama de matrimonio y portátil, tenía las Hunter, las Uggs y las Vans, más dos armarios (¡DOS!) repletos de ropa de Abercrombie, Miss Sixteen y Hollister. Pero si vivían en una casucha, en el quinto pino, casi en el campo. Admito que sentí un poco de envidia, sí, hasta que recordé aquella frase del anuncio de IKEA “no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”. La niña sólo era feliz si tenía ropa de marca y los zapatos de moda. No tenía nada más. Yo en cambio tenía una gran familia que me hacía caso, alguien con quien hablar cuando estoy en casa y una habitación con una gran puesta de sol en la pared. Y soy muy feliz con eso.

Bueno, ya ha quedado bastante claro por qué las llamo British Baby Barbies o BBB, aunque pensándolo bien también podrían ser British Baby Bitches, al recordar cómo se comportaban algunas con los chicos, pegadas a ellos como lapas, pero me parecen demasiado pequeñas ¿o no? Dejaré que vosotros lo juzguéis, después de todo sois más imparciales que yo.


martes, 2 de octubre de 2012

Trabalenguas Sinsentido



Después de mi periplo veraniego por tierras británicas, bueno no tanto, ya que no me he separado ni un solo día de la sudadera y el paraguas (se me rompió a la semana, no preguntéis cómo), he llegado a la conclusión de que el inglés no lo habla bien nadie. La escuela de idiomas a la que asistía parecía más una torre de Babel que una academia: turcos, coreanos, suizos y españoles charlando en un mismo idioma. Tengo que admitir que lo torturamos, lo descuartizamos y lo crucificamos, al pobre. Lo hablábamos como nos daba la gana, era un caos, pero organizado, porque al final acabábamos comprendiéndonos casi todo, que es la finalidad ¿no?  

Ni siquiera los ingleses lo hablan bien, cada uno de una forma distinta, y comiéndose las palabras que quieren. ¿Qué puede esperarse de un país que no se ha molestado ni en redactar una Constitución? Pensareis, vaya desastre de nación, pero no, los tíos llevan años sin leyes escritas y siguen tan felices como unas perdices. Aquí, ya nos habríamos tirado unos encima de otros. ¿Por qué somos tan diferentes? Será el clima. Frío con frío, calor con calor. No importa, me encantan Reino Unido y los ingleses…son tan raros (en el buen sentido). Keep Calm and God Save The Queen. Tan adorables con su tweed y su té con leche (¡disgusting!). Y me gusta el inglés, es tan…raro (Ha, ha, chiste malo).

Por una vez hagamos caso a nuestros amigos alemanes, que sobre lenguas horribles, ellos saben bastante. Sin ir más lejos, poseen un idioma que es para tirarse de los pelos, no sólo porque sea humanamente impronunciable, sino que también es feo. Pero feo de verdad. Parece que están cabreados todo el rato. Ya me he desviado del tema. Le tengo que dedicar un post entero a lo que pienso de los alemanes, son una especie totalmente diferente a la nuestra, merecedora de un profundo estudio. Bueno, ellos dicen que lo importante no es hablar bien, sino que te entiendan, y cuando lo hagan pasa a otro idioma. ¿Qué tal el chino? Que está de moda. Así que ya sabéis, menos culebrones hispanos y más telenovelas chinas.


miércoles, 20 de junio de 2012

Estrella Damm 2012


Si a finales de año, la televisión nos atiborra de spots de perfumes y juguetes para niños, cuando empieza a hacer calor lo único que anuncian son agencias de viajes, refrescos y…cervezas. Y como cada año sólo hay uno que quiero ver: el anuncio de Estrella Damm. Aunque no te guste la cerveza, estás deseando verlo.  Algunos dirán que siempre es lo mismo. Les doy toda la razón. La historia se repite una y otra vez: un viaje a un lugar idílico para pasar el verano, días en la playa con los amigos, un ligue, fiestas al anochecer, y mucha, mucha cerveza (por supuesto, Estrella Damm). Además, está la condenada cancioncita. Una melodía alegre que te pone instantáneamente de buen humor, pero que cuando termina el verano no pueden volver a oír en una buena temporada (hasta hace poco, con sólo escuchar las primeras notas de Summercat se me ponía la piel de gallina)

Pues bueno, el último día del mes de mayo estrenaron el anuncio de 2012. No hubo muchas sorpresas, pero yo me volví a enamorar. Un chico, una chica, una paisaje que te corta la respiración. La canción de este año “You Can’t Say No Forever” del grupo Lacrosse. Como no, yo ya la tengo en el móvil y mi ducha ya debe de sabérsela de memoria. ¿Pero qué decís de la frasecita del final? ¿No os da qué pensar? Yo he estado algunas horas examinándola, debatiéndome interiormente sobre su veracidad. Para quienes no la conocéis aún, que serán pocos, pues ésta ocupa la mayoría de los estados de Facebook y Twitter el día del lanzamiento del spot, la de este año es “cuando amas lo que tienes, tienes todo los que quieres” ¿No os parece demasiado optimista? ¿No raya la ingenuidad? ¿O es un tonto juego de palabras?

Dejadme que me explique. Si amas algo ¿no lo quieres también? Bastante sencillo ¿no? Mi duda radica en el significado de ese “quieres” ¿el autor le da el valor de amar o sin embargo le da el valor de desear? Si fuese desear, la frase se convertiría en una de esas moralejas de los cuentos infantiles a los que ningún niño hace caso ya. Una persona puede “amar” su coche, pero si se estropea, se comprará otro ¿no? Aunque dándole vueltas, esta filosofía, sí que podría darse en algunas comunidades (estoy pensando en hippies y budistas). Al fin y al cabo, no todos los seres humanos somos ambiciosos y materialistas, aunque éstas actitudes se hayan puesto de moda en los últimos años.

Dejando aparte la ambigüedad de la frase, no puedo destacar nada más. El anuncio presenta personajes alegres, simples y transparentes que no poseen en apariencia ningún ápice de maldad y que sólo quieren disfrutar del verano. Sí, podíamos discutir también sobre si se asemejan a los jóvenes de hoy en día y criticar mil cosas más. Lo que pasa, es que la campaña de Estrella Damm ilustra nuestros sueños y esperanzas sobre el verano, y si la pusiéramos verde, nos traicionaríamos a nosotros mismos. Y es que en el fondo, todos queremos un verano Estrella Damm. En cuanto a mí, este año aplazaré este sueño, porque me voy a vivir un mes a los prados verdes de Inglaterra, a Brighton exactamente, una “ciudad” costera y turística, de la que espero poder guardar un buen recuerdo. A todos vosotros, os deseo un gran verano plagado de momentos inolvidables (siempre buenos, claro).