No
sé porqué me ha dado últimamente por escribir sobre Reino Unido. Será que lo
echo de menos. Terriblemente. Y es que aunque intento convencerme de lo
contrario, he de admitir que ese mesecito que pasé allí, ha ocupado, sin que pudiese
evitarlo, un sitio en mi corazón. Ya os contaré porqué.
Hoy quería hablaros de una extraña especie que
descubrí durante mi estancia en Inglaterra: las British Baby Barbies (BBB). La
traducción literaria sería Barbies bebés británicas, o algo parecido. ¿Y cómo
las conocí? Tuve que convivir con una.
A
ver, ¿cómo empiezo? La primera vez, que vi a Summer, la chica con la que vivía, pensé que tendría mi edad y no 13 años como me habían dicho. Iba más maquillada
que una puerta, con los ojos bañados en rímel y la cara de un uniforme color
crema, que no pegaba con el resto de su piel más pálida. Salía de casa vestida
con mini falda, cazadora de cuero y Converse. Muy mona, he de reconocer. Pensé
que se iba a cenar fuera, con unas amigas, o quizá al cine. Sin embargo, me
equivocaba. Sólo iba a comprar leche al súper. Sí, a comprar leche. No sé vosotros, pero yo, cuando mi madre me
manda a por el pan, voy con sudadera, tejanos y un moño, y no llevo las
pantuflas, porque no me deja. Bueno, sigamos con mi querida amiga Summy. Al volver, a los 5 minutos, se encerró en su habitación y cuando salió para cenar
ya se había puesto el pijama de la Minnie. Ufff, algo más normal

Para
ser una BBB no importa si eres alta, bajita, rubia, morena, escuálida o con
curvas. Sólo tienes que tener entre 10 y 13 años, adorar a Justin Bieber y One
Direction, y tener mucho, pero mucho ego. Te llamas Amy, Kelly, Missi, no
puedes salir de casa sin el pelo planchado y una buena capa de rímel. No has
leído un libro en tu vida, salvo la biografía de One Direction, y sólo ves
programas como X Factor o MTV. Le prestas más atención a tu Blackberry que a
tus padres y te pones a gritar cada vez que tu ídolo sale por la tele (que por
desgracias pasa muchas veces).
Hay
algo más que descubrí cuando entré por primera vez a la habitación de Summer,
algo que me dejó boquiabierta. La niña mimada, encima de tener un cuarto más
grande que el de sus padres, con tele, cama de matrimonio y portátil, tenía las
Hunter, las Uggs y las Vans, más dos armarios (¡DOS!) repletos de ropa de
Abercrombie, Miss Sixteen y Hollister. Pero si vivían en una casucha, en el
quinto pino, casi en el campo. Admito que sentí un poco de envidia, sí, hasta
que recordé aquella frase del anuncio de IKEA “no es más rico el que más tiene,
sino el que menos necesita”. La niña sólo era feliz si tenía ropa de marca y
los zapatos de moda. No tenía nada más. Yo en cambio tenía una gran familia que
me hacía caso, alguien con quien hablar cuando estoy en casa y una habitación
con una gran puesta de sol en la pared. Y soy muy feliz con eso.
Bueno,
ya ha quedado bastante claro por qué las llamo British Baby Barbies o BBB,
aunque pensándolo bien también podrían ser British Baby Bitches, al recordar cómo
se comportaban algunas con los chicos, pegadas a ellos como lapas, pero me
parecen demasiado pequeñas ¿o no? Dejaré que vosotros lo juzguéis, después de
todo sois más imparciales que yo.
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