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lunes, 24 de junio de 2013

Noche. Oscuridad.

Noche. Oscuridad. Un cielo sin estrellas. Un camino sin final. Cuando salen monstruos del armario, de debajo de la cama, y nuestros miedos se hacen realidad. ¿Cuántos niños la temen? Duermen aferrados a sus ositos de peluche, protegidos por capas de mantas, y si las cosas se ponen feas, salen disparados hacia la cama de sus padres.

Conversaciones especiales, recuerdos inolvidables. Y es que de noche todo resulta más mágico ¿Por qué? Yo qué sé. Quizá es que en cuanto la luz se va, cambiamos, nos relajamos, somos más felices. Quizá sólo sea yo.

Desaparecen los problemas, te sumerges en el mundo de los sueños. Divertidos, románticos, horribles. Y siempre surrealistas. Un mundo sin horizontes, sin límites. En el que cabe todo lo que puedas imaginar. Libertad de soñar, escribí una vez. Vives otras vidas, descubres nuevos lugares y te reencuentras con personas olvidadas, que ni siquiera te molestaste en conocer. Son segundas oportunidades, para decir lo que no pudiste, para hacer lo que no te dejaron.

Entonces despiertas, y la rutina te explota en la cara. Sin avisar. Y necesitas un café cargado y una ducha larga para bajar el regusto amargo que te deja. Porque sabes que te quedan algunas horas hasta volver a ese gran mundo, o pequeño, según quién lo juzgue. Para mí el mejor. No es que odie mi vida, sino que mi mente crea una que me gusta mucho más. Y es que la realidad no es siempre la mejor versión de una historia.




lunes, 19 de noviembre de 2012

La estrella de mi noche


 Las estrellas han desaparecido entre las nubes, escondiendo su luz por una noche. Se parece a mis días. Una noche sin final y ninguna luz que la ilumine. ¿Te hablo? ¿No te hablo? Ya está aquí otra vez mi dilema. Empiezo a escribir, pero no me atrevo a seguir. Mi mirada se vuelve a perder en la oscuridad. Llueve ¿Cómo no? Llueve desde que te fuiste. Noche y día. Es como si el cielo también te echase de menos. Pero seguro que no tanto como yo. 

Deambulo por estas calles, que un día fueron nuestras, conquistadas a gritos y sonrisas. Ahora, vacías, llenas de sombras, sólo recuerdo el ruido de tacones sobre asfalto, el olor de tu pelo, el color de aquel vestido. Momentos que se van fundiendo en una niebla de recuerdos. 

Nada es lo mismo sin ti. ¿Acaso te llevaste la luz al marcharte? Todo aquí ha perdido color, brillo y vida. Quizá, fueses una estrella en medio de la oscuridad, iluminando su alrededor. Y ahora que te has ido, yo sigo aquí, sumido en una noche sin fin, sin esa estrella que por un instante hizo brillar mis días y mis noches.