Nuestra
historia está enterrada ya, o al menos eso me parecía. Porque esta noche he soñado
contigo. Otra vez ¿Es ni siquiera una historia? No. Son momentos, instantes
preciosos, sí, pero nada más que eso. Conversaciones
infinitas, risas para la eternidad. Y Bob Marley tocando de fondo. Son partidas
de billar ganadas, sonrisas bajo la lluvia y cafés de Starbucks.
¿Me
arrepiento de mi decisión? No creo. Fue mejor así ¿Qué piensas? No hace falta
que respondas. Ya lo sé, siempre dejaste claro que no estabas de acuerdo. Nunca
lo estábamos ¿recuerdas? Continúas discusiones por cualquier nadería. En la
calle, en clase y en restaurantes. Cualquier lugar era bueno. Hasta éramos
capaces de debatir en varios idiomas. Pasábamos del español al inglés sin darnos
ni cuenta, mientras los demás nos miraban asombrados. No nos comprendían. Nadie
lo hacía, ni siquiera nosotros mismos. Saltábamos de las bromas a las pullas
con increíble facilidad, como si nos conociéramos desde hace tiempo. Nada más
lejos de la realidad.
¿Qué
voy a hacer contigo ahora? Aún no lo sé. Me digo que tengo que olvidarte, pero
parece que mi cabeza no está por la labor. Ni tú tampoco, ya que estamos.
Parece como si quisieras que no te dejara atrás, hablándome a todas horas como
lo haces. ¿Pero sabes qué? Yo ya no sé si quiero seguir jugando a este juego,
del que solamente tú conoces las reglas. Y siempre estás haciendo trampas. ¿Qué
quieres conseguir?
Te
echo de menos, sí. Pero ya lo sabes, te has ocupado de que esto pasase. Tú cada
vez te alejas más de mí, y yo cada vez te quiero más cerca. ¿Y si te borro por
completo? ¿Y si hago ver que nunca exististe?¿Que nunca hubo un nosotros?¿Dejará, entonces, de saltar
mi corazón cada vez que mencionen a Brighton? ¿O que oiga la voz Billy
Armstrong? No es tu voz, pero me recuerda demasiado a ti. Tú me cantabas al
oído y yo…sonreía como una idiota. Como estoy haciendo justo ahora.

¿Ves
lo que me has hecho? Justo lo que me prometí que no sucedería. Yo antes era
normal, más o menos. Últimamente, parezco una de esas adolescentes con las
hormonas por las nubes. Esas a las que nos dedicábamos a criticar por las
mañanas, cuando estábamos tan cansados que ni siquiera podíamos enfadarnos. En
el bus, donde tú me pasabas tu abrigo porque yo había sido tan ingenua como
para creer que aquel día no llovería. Siempre acababas helado por mi culpa,
bueno por la tuya, por ser demasiado amable.
Justo
ahora, que estoy hecha un lío, decides hablarme. Tú es que tienes telepatía o
algo así, porque me estás asustando. “¿Qué tal el día?” ¿Qué le respondo? ¿Qué me he pasado el día pensando en él?¿Qué he soñado con él? Ni hablar. Está historia (no, no es una
historia) ya terminó hace tiempo. Tiene un punto final. Y tú y yo seguimos escribiéndola
como si nada, rompiendo todas las normas. Esto no funcionará, lo sabíamos desde
el principio, pero parece que a ninguno de los dos nos importa.
Todo
esto es por tu culpa. Mis sonrisas han acabado dependiendo de ti. Yo ya no me
siento yo misma. Es como si hubiera dejado una parte de mí allí, contigo. Como
si aquella chica parlanchina del vestido rojo, que siempre hacía que acabásemos
perdidos y helados bajo la lluvia, no fuera ahora más que un espejismo, una
sombra de lo que fue algún día. Es ridículo, pero no puedo evitarlo. Se suponía
que estás historias acababan bien ¿no? Siempre me las habían contado así.
600
palabras ya. Suspiro. Sigo tan confusa como antes. O quizás más, ya ni lo sé. Eres
un recuerdo bonito, a pesar de todo. Los cafés mañaneros, las tardes de cine y
tu mano en mi cintura. Todos los son. Pusiste mi mundo patas arriba y lo
dejaste así, y yo no tengo ni idea de cómo restaurarlo. Sólo sé que no me importa
soñar contigo. No me importa para nada. Pero no te lo diré, por si acaso. No vaya
a ser que lo uses en mi contra, como haces siempre.
Las gotas de lluvia van borrando poco a poco
los recuerdos, mientras se deslizan por mi ventana. Esto llega a su fin ¿te das
cuenta? No nos queda mucho tiempo. Los días me van devolviendo mi vida y tú ya
no eres más que un fantasma de mi pasado, uno con el que sigo hablando, sí,
pero ya no duele tanto. Tu risa se desvanece. Olvido el color de tus ojos. Pronto, no serás más que un chico que me hace reír con un par de bromas. Dejarás
de ser la sonrisa de mis días. Triste, la verdad ¿Pero qué más podíamos esperar? Eres un imbécil, que me cae bien, but I
hate you. ¡Ves! Yo antes, antes de ti, no era así. Hasta nunca S. Bueno,
no, hasta mañana. Aún no estoy preparada para decirte adiós del todo.
precioso, aunque debo admitir que fuiste tonta de remate y mira que para segun que cosas eres lista!
ResponderEliminar