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domingo, 1 de septiembre de 2013

La Guía de Oxford

Después de haber pasado un mes en Oxford, no he podido resistir la tentación de compartir con vosotros mis actividades y lugares favoritos. Seguro que hay mil cosas más que hacer y que ver, pero estos están plagados de momentos inolvidables.

 Para mí la comida siempre es importante, sobre todo cuando estoy en Inglaterra (país que no es conocido precisamente por su gastronomía) y no tengo ni un duro. La solución si quieres evitar a toda costa Mc Donalds, Burger King y KFC: los pub. Además son lugares geniales para conocer gente por la noche y tomar unas copas con los amigos. Aquí os dejo mis favoritos, aunque hay millones en Oxford.



The Crown: 59 Cornmarket Street
The Four Candles: 51-53 George Street
Turf Tavern: 4-5 Bath Place

(Este pub está un poco escondido, pero merece la pena)

Como adicta a los noodles, tuve suerte y encontré rápidamente un restaurante en que sólo servían arroz y noodles: Noodle Nation (100-101 Gloucester Street).






 Evité Mc Donalds pero no las hamburguesas. Tampoco me importó, porque entrar Byron (33 George Street) es como entrar en el cielo de las hamburguesas (supongo que por eso cuestan el triple).











 Si te haces amigo de un italiano en el extranjero, acabarás comiendo en un restaurante italiano por lo menos dos veces por semana (impedí que el número creciese, o hubiese acabado odiando todo lo italiano, incluso a mis amigos). Mamma Mia (102 Walton Street) hace las mejores pizzas, sin duda, y eso que me han arrastrado a todos los restaurantes italianos de Oxford y alrededores.


The Covered Market (tiene varias entradas en High Street)

Este lugar está muy bien para hacer algunas compras (no es solo un mercado de comida), disfrutar de la gastronomía de otros países y pasear un rato. Pero tengo dos razones secretas para adorar este sitio:

1. Moo-moo's: los mejores smoothies y milshakes de mi vida, y de todos los sabores que puedas llegar a imaginar. Lo malo es que siempre hay una cola horrible, así que hay que evitar la hora del cierre (17h30, es lo que tiene estar en Inglaterra grrrrr) cuando esta llena de gente e ir a medio día.           Mi smoothie favorito: strawberry, banana & orange juice                                                            Mi milshake favorito: nutella (muy dulce, aviso)
2. Ben's Cookies: el paraíso de las galletas. Mi sueño hecho realidad. Grandes, recién sacadas del horno y se te deshacen en la boca. Consejo: no mires las calorías que tienen si no te quieres desmayar.                                                     Sabores favoritos:                                             Double Chocolate Chunk, Triple Chocolate Chunk, Milk Chocolate Chunk, Dark Chocolate Chunk




Si eres de dulces como yo, este lugar también merece una visita: Original Hardy's Sweetshop (52 High Street). Estanterías repletas de caramelos, piruletas gigantes y cosas que parecen sacadas de la tienda de trucos mágicos de los gemelos Weasley (Harry Potter). Por cierto, a los amantes de Harry Potter, pasad también por los callejones y descubriréis miles de anticuarios que os recordaran las tiendas del callejón Diagon. 


Christ Church: 

Conocido porque su comedor inspiró el comedor de Hogwarts en las películas de Harry Potter, yo amé sus jardines. Debes comprar un panini (sugiero el italiano) en una cafetería que hay en frente de la entrada, Cafe Loco (fiaros de él a pesar del nombrecito que le han puesto), comer en los jardines y echaros una siesta bajo el sol (si es que brilla).





 Otro buen lugar para echar una siesta es South Park, aunque está un poco más alejado del centro. Eso sí, tiene muy buenas puestas de sol.
 

 Otra cosa que no debes dejar de hacer es punting, pasear en barco por el río. Y si además lo haces en tan buena compañía como yo, acabarás teniendo agujetas de tanto reírte. Consejo: No contrates guía, es mucho más difícil pero te garantizo que lo pasarás mejor.



 Por último sube al tejado de la torre Carfax, para tener las mejores vistas de Oxford y sus alrededores. ¡No olvides la cámara!



sábado, 1 de diciembre de 2012

Optimismo I - Un recuerdo bonito


Hace unos días, mi profesor de filosofía nos propuso una actividad para fomentar el hábito del optimismo. ¿Qué tiene que ver con la materia?, pensareis. Ni idea, pero me pareció interesante. Consistía en recortar tres círculos de diferentes colores (yo simplemente los pinté) y escribir:

- un recuerdo bonito
- alguien a quién amas
- un sueño

Al principio parece sencillo, hasta que empiezas a comerte el coco. Sin embargo, al final lo conseguí, no sin esfuerzos. ¿Queréis que os hable de lo que puse y el por qué?

Como recuerdo bonito escogí Brighton, esa ciudad costera del sur de Inglaterra en la que esta implacable bloguera estuvo suelta durante un mes para “perfeccionar” el idioma. Por supuesto, lo mejor no fue eso, sino el poder hacer lo que me daba la gana. Literalmente. Me levantaba a las doce, volvía de madrugada y nadie me decía nada. LIBERTAD. Y mis padres tan tranquilos, pensando que yo estaría recluida como si fuese un convento. No les dijeron que Brighton era como la fiesta de Inglaterra. Menos mal, o no me habrían mandado allí ni locos. Escapadas de fin de semana a Londres, veladas en pubs y mucho Coco Loco.

Ese viaje me cambió. Ya no me tomo la vida tan en serio, soy más feliz. Esa parte de mí que me impide ser yo misma por culpa de lo que piensen los demás, ahora es más pequeña. Allí nadie me conocía. Era como una pizarra en blanco, y yo tenía el rotulador con el que dibujar. Y me dibujé a mí misma, quien quería ser en realidad. Decía y hacía lo que quería, sin que nadie me juzgara. 

Así que gracias a Fabienne, mi suiza preferida, a Irene, porque si separadas éramos terremotos, juntas imaginaos, a Letizia, su desparpajo y su lengua demasiado suelta, a Harun, el ingeniero que aún no era ingeniero, friki y que nos hacía reír a todos, a Ayşenur, esa turca que hacía lo que le daba la gana, a Owen, el coreano que decía que sonreía demasiado (yo le llegué a decir que todos los coreanos eran iguales), a Adrià, una versión de mí misma, loco por las compras y un histérico (en el buen sentido), Yi-Shan Wu, una niña en cuerpo de mujer y muchos más. Viví historias inolvidables (mías y de otros) y me lo pasé en grande. 

¿Volveré? No lo creo. Mejor que se quede como lo recuerdo. El Pier, los noodles, Spanish Place, Preston Park, Patcham. Desordenado, colorido, con olor a mar. Un lugar increíble, que fue capaz de cambiarme a mí, la persona más cabezota a la que este mundo tendrá que enfrentarse. ¿Cómo? A base de felicidad. 

Continuará...


lunes, 22 de octubre de 2012

¿Qué hago ahora contigo?


 Nuestra historia está enterrada ya, o al menos eso me parecía. Porque esta noche he soñado contigo. Otra vez ¿Es ni siquiera una historia? No. Son momentos, instantes preciosos, sí, pero nada más que eso. Conversaciones infinitas, risas para la eternidad. Y Bob Marley tocando de fondo. Son partidas de billar ganadas, sonrisas bajo la lluvia y cafés de Starbucks.

¿Me arrepiento de mi decisión? No creo. Fue mejor así ¿Qué piensas? No hace falta que respondas. Ya lo sé, siempre dejaste claro que no estabas de acuerdo. Nunca lo estábamos ¿recuerdas? Continúas discusiones por cualquier nadería. En la calle, en clase y en restaurantes. Cualquier lugar era bueno. Hasta éramos capaces de debatir en varios idiomas. Pasábamos del español al inglés sin darnos ni cuenta, mientras los demás nos miraban asombrados. No nos comprendían. Nadie lo hacía, ni siquiera nosotros mismos. Saltábamos de las bromas a las pullas con increíble facilidad, como si nos conociéramos desde hace tiempo. Nada más lejos de la realidad.  

¿Qué voy a hacer contigo ahora? Aún no lo sé. Me digo que tengo que olvidarte, pero parece que mi cabeza no está por la labor. Ni tú tampoco, ya que estamos. Parece como si quisieras que no te dejara atrás, hablándome a todas horas como lo haces. ¿Pero sabes qué? Yo ya no sé si quiero seguir jugando a este juego, del que solamente tú conoces las reglas. Y siempre estás haciendo trampas. ¿Qué quieres conseguir?

Te echo de menos, sí. Pero ya lo sabes, te has ocupado de que esto pasase. Tú cada vez te alejas más de mí, y yo cada vez te quiero más cerca. ¿Y si te borro por completo? ¿Y si hago ver que nunca exististe?¿Que nunca hubo un nosotros?¿Dejará, entonces, de saltar mi corazón cada vez que mencionen a Brighton? ¿O que oiga la voz Billy Armstrong? No es tu voz, pero me recuerda demasiado a ti. Tú me cantabas al oído y yo…sonreía como una idiota. Como estoy haciendo justo ahora.


¿Ves lo que me has hecho? Justo lo que me prometí que no sucedería. Yo antes era normal, más o menos. Últimamente, parezco una de esas adolescentes con las hormonas por las nubes. Esas a las que nos dedicábamos a criticar por las mañanas, cuando estábamos tan cansados que ni siquiera podíamos enfadarnos. En el bus, donde tú me pasabas tu abrigo porque yo había sido tan ingenua como para creer que aquel día no llovería. Siempre acababas helado por mi culpa, bueno por la tuya, por ser demasiado amable.

Justo ahora, que estoy hecha un lío, decides hablarme. Tú es que tienes telepatía o algo así, porque me estás asustando. “¿Qué tal el día?” ¿Qué le respondo? ¿Qué me he pasado el día pensando en él?¿Qué he soñado con  él? Ni hablar. Está historia (no, no es una historia) ya terminó hace tiempo. Tiene un punto final. Y tú y yo seguimos escribiéndola como si nada, rompiendo todas las normas. Esto no funcionará, lo sabíamos desde el principio, pero parece que a ninguno de los dos nos importa.

Todo esto es por tu culpa. Mis sonrisas han acabado dependiendo de ti. Yo ya no me siento yo misma. Es como si hubiera dejado una parte de mí allí, contigo. Como si aquella chica parlanchina del vestido rojo, que siempre hacía que acabásemos perdidos y helados bajo la lluvia, no fuera ahora más que un espejismo, una sombra de lo que fue algún día. Es ridículo, pero no puedo evitarlo. Se suponía que estás historias acababan bien ¿no? Siempre me las habían contado así.

600 palabras ya. Suspiro. Sigo tan confusa como antes. O quizás más, ya ni lo sé. Eres un recuerdo bonito, a pesar de todo. Los cafés mañaneros, las tardes de cine y tu mano en mi cintura. Todos los son. Pusiste mi mundo patas arriba y lo dejaste así, y yo no tengo ni idea de cómo restaurarlo. Sólo sé que no me importa soñar contigo. No me importa para nada. Pero no te lo diré, por si acaso. No vaya a ser que lo uses en mi contra, como haces siempre.

 Las gotas de lluvia van borrando poco a poco los recuerdos, mientras se deslizan por mi ventana. Esto llega a su fin ¿te das cuenta? No nos queda mucho tiempo. Los días me van devolviendo mi vida y tú ya no eres más que un fantasma de mi pasado, uno con el que sigo hablando, sí, pero ya no duele tanto. Tu risa se desvanece. Olvido el color de tus ojos. Pronto, no serás más que un chico que me hace reír con un par de bromas. Dejarás de ser la sonrisa de mis días. Triste, la verdad ¿Pero qué más podíamos esperar? Eres un imbécil, que me cae bien, but I hate you. ¡Ves! Yo antes, antes de ti, no era así. Hasta nunca S. Bueno, no, hasta mañana. Aún no estoy preparada para decirte adiós del todo. 

sábado, 13 de octubre de 2012

British Baby Barbies

No sé porqué me ha dado últimamente por escribir sobre Reino Unido. Será que lo echo de menos. Terriblemente. Y es que aunque intento convencerme de lo contrario, he de admitir que ese mesecito que pasé allí, ha ocupado, sin que pudiese evitarlo, un sitio en mi corazón. Ya os contaré porqué.

 Hoy quería hablaros de una extraña especie que descubrí durante mi estancia en Inglaterra: las British Baby Barbies (BBB). La traducción literaria sería Barbies bebés británicas, o algo parecido. ¿Y cómo las conocí? Tuve que convivir con una.

A ver, ¿cómo empiezo? La primera vez, que vi a Summer, la chica con la que vivía, pensé que tendría mi edad y no 13 años como me habían dicho. Iba más maquillada que una puerta, con los ojos bañados en rímel y la cara de un uniforme color crema, que no pegaba con el resto de su piel más pálida. Salía de casa vestida con mini falda, cazadora de cuero y Converse. Muy mona, he de reconocer. Pensé que se iba a cenar fuera, con unas amigas, o quizá al cine. Sin embargo, me equivocaba. Sólo iba a comprar leche al súper. Sí, a comprar leche.  No sé vosotros, pero yo, cuando mi madre me manda a por el pan, voy con sudadera, tejanos y un moño, y no llevo las pantuflas, porque no me deja. Bueno, sigamos con mi querida amiga Summy. Al volver, a los 5 minutos, se encerró en su habitación y cuando salió para cenar ya se había puesto el pijama de la Minnie. Ufff, algo más normal


Al día siguiente, me levanté pronto y fui al baño. Estaba ocupado. Se estará duchando, ya volveré después, pensé. Desayuné, me vestí, hice la cama y por fin cuando ya me estaba desesperando, ella salió. Y me quedé boquiabierta. Por supuesto, iba pintarrajeada a más no poder y se había puesto el “uniforme” del colegio, un conjunto que consistía en un polo azul cielo y  falda o pantalón negros para las chicas. Bueno ella llevaba el polo, sí, pero de la falda, ni rastro. Al menos que fuese esa cinta negra que apenas le tapaba el culo. Bueno, su madre al verla le dirá algo, me dije, por lo menos que se baje un poco la falda, pero me equivoqué otra vez. Y encima al salir a la calle, me doy cuenta de que Summer no es una excepción, es que todas van así. Entonces, me decidí a saber más de ellas, sus gustos y esas cosas. Y aquí está mi conclusión.

Para ser una BBB no importa si eres alta, bajita, rubia, morena, escuálida o con curvas. Sólo tienes que tener entre 10 y 13 años, adorar a Justin Bieber y One Direction, y tener mucho, pero mucho ego. Te llamas Amy, Kelly, Missi, no puedes salir de casa sin el pelo planchado y una buena capa de rímel. No has leído un libro en tu vida, salvo la biografía de One Direction, y sólo ves programas como X Factor o MTV. Le prestas más atención a tu Blackberry que a tus padres y te pones a gritar cada vez que tu ídolo sale por la tele (que por desgracias pasa muchas veces).

Hay algo más que descubrí cuando entré por primera vez a la habitación de Summer, algo que me dejó boquiabierta. La niña mimada, encima de tener un cuarto más grande que el de sus padres, con tele, cama de matrimonio y portátil, tenía las Hunter, las Uggs y las Vans, más dos armarios (¡DOS!) repletos de ropa de Abercrombie, Miss Sixteen y Hollister. Pero si vivían en una casucha, en el quinto pino, casi en el campo. Admito que sentí un poco de envidia, sí, hasta que recordé aquella frase del anuncio de IKEA “no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”. La niña sólo era feliz si tenía ropa de marca y los zapatos de moda. No tenía nada más. Yo en cambio tenía una gran familia que me hacía caso, alguien con quien hablar cuando estoy en casa y una habitación con una gran puesta de sol en la pared. Y soy muy feliz con eso.

Bueno, ya ha quedado bastante claro por qué las llamo British Baby Barbies o BBB, aunque pensándolo bien también podrían ser British Baby Bitches, al recordar cómo se comportaban algunas con los chicos, pegadas a ellos como lapas, pero me parecen demasiado pequeñas ¿o no? Dejaré que vosotros lo juzguéis, después de todo sois más imparciales que yo.


miércoles, 20 de junio de 2012

Estrella Damm 2012


Si a finales de año, la televisión nos atiborra de spots de perfumes y juguetes para niños, cuando empieza a hacer calor lo único que anuncian son agencias de viajes, refrescos y…cervezas. Y como cada año sólo hay uno que quiero ver: el anuncio de Estrella Damm. Aunque no te guste la cerveza, estás deseando verlo.  Algunos dirán que siempre es lo mismo. Les doy toda la razón. La historia se repite una y otra vez: un viaje a un lugar idílico para pasar el verano, días en la playa con los amigos, un ligue, fiestas al anochecer, y mucha, mucha cerveza (por supuesto, Estrella Damm). Además, está la condenada cancioncita. Una melodía alegre que te pone instantáneamente de buen humor, pero que cuando termina el verano no pueden volver a oír en una buena temporada (hasta hace poco, con sólo escuchar las primeras notas de Summercat se me ponía la piel de gallina)

Pues bueno, el último día del mes de mayo estrenaron el anuncio de 2012. No hubo muchas sorpresas, pero yo me volví a enamorar. Un chico, una chica, una paisaje que te corta la respiración. La canción de este año “You Can’t Say No Forever” del grupo Lacrosse. Como no, yo ya la tengo en el móvil y mi ducha ya debe de sabérsela de memoria. ¿Pero qué decís de la frasecita del final? ¿No os da qué pensar? Yo he estado algunas horas examinándola, debatiéndome interiormente sobre su veracidad. Para quienes no la conocéis aún, que serán pocos, pues ésta ocupa la mayoría de los estados de Facebook y Twitter el día del lanzamiento del spot, la de este año es “cuando amas lo que tienes, tienes todo los que quieres” ¿No os parece demasiado optimista? ¿No raya la ingenuidad? ¿O es un tonto juego de palabras?

Dejadme que me explique. Si amas algo ¿no lo quieres también? Bastante sencillo ¿no? Mi duda radica en el significado de ese “quieres” ¿el autor le da el valor de amar o sin embargo le da el valor de desear? Si fuese desear, la frase se convertiría en una de esas moralejas de los cuentos infantiles a los que ningún niño hace caso ya. Una persona puede “amar” su coche, pero si se estropea, se comprará otro ¿no? Aunque dándole vueltas, esta filosofía, sí que podría darse en algunas comunidades (estoy pensando en hippies y budistas). Al fin y al cabo, no todos los seres humanos somos ambiciosos y materialistas, aunque éstas actitudes se hayan puesto de moda en los últimos años.

Dejando aparte la ambigüedad de la frase, no puedo destacar nada más. El anuncio presenta personajes alegres, simples y transparentes que no poseen en apariencia ningún ápice de maldad y que sólo quieren disfrutar del verano. Sí, podíamos discutir también sobre si se asemejan a los jóvenes de hoy en día y criticar mil cosas más. Lo que pasa, es que la campaña de Estrella Damm ilustra nuestros sueños y esperanzas sobre el verano, y si la pusiéramos verde, nos traicionaríamos a nosotros mismos. Y es que en el fondo, todos queremos un verano Estrella Damm. En cuanto a mí, este año aplazaré este sueño, porque me voy a vivir un mes a los prados verdes de Inglaterra, a Brighton exactamente, una “ciudad” costera y turística, de la que espero poder guardar un buen recuerdo. A todos vosotros, os deseo un gran verano plagado de momentos inolvidables (siempre buenos, claro).