¿Cuántas
veces te has dicho que esa sería la última vez? Una promesa, una orden jamás
cumplida. Que no te arrastrarías más, que no volverías jamás. Y vuelves. Ojalá
todo fuese más fácil, te dices. ¿Y si pudiese serlo? Y si la felicidad se
esconde en otra parte.
Nunca
más. Suenas convencida, segura de ti misma, pero cuando chasquea los dedos, te
deshaces en sus brazos. Tú ya no eres tú, eres suya. Juego ridículo, y tú eres
la más estúpida, la que siempre pierde. Te dices que algún día todo irá bien,
que al final funcionará. ¿Cuándo? Espera sentada, no vaya a ser que te caigas
del sueño. Y caerás como has caído tantas veces.
Te
enamoraste, es tu excusa favorita. Desenamórate, pero el amor tenía que doler
dijiste. Eso te habían contado. ¿Y si no es amor? A él no le importas, todo el
mundo lo sabe. Querías tanto vivir una historia de película y todo ha acabado
como una telenovela basura. O peor. Te
sumiste en tu bonito mundo, fuera de cualquier realidad, hasta que está te
explotó en la cara. Como las mejores pompas de chicle, lo salpicó todo.
Ahora
levántate tú sola, mientras que ves como él sigue con su vida. No lo olvidarás,
no cometerás este error otra vez. Fue sólo otro obstáculo en el camino hacia la
felicidad. Pero esta no es la última vez.
Ella
sonríe de nuevo. ¿No la ves? Sus ojos brillan bajo la luz, sus labios se curvan
bajo los de otro. Y lo odias. Le coge la mano y escapan juntos. ¿No lo echas de menos?
Ella
es feliz como nunca lo fue. Es ella, y se siente bien por fin. Remordimientos.
Porque se marchitó en tus brazos. Lo sabes. Se apagó como el fuego de una estrella, y ni siquiera te diste cuenta.
Ella
vive. Pensaste que no encontraría algo mejor. Te equivocaste. Te dejó, te
hirió, y no lo superaste. Ella sí. Ahora pasea del brazo de otro por las calles que recorríais enamorados.
Ella
encontró lo que buscaba. Tú no, porque sigues necesitándola. Rabia, rencor. Rehízo
su vida, siguió adelante y tú aún no sabes dónde estás. Lamentos. Nunca supiste estar a la altura de una chica como ella. Hoy, al fin, te das cuenta.
Ella
no lo siente. El amor no era bastante para perdonar lo que hiciste. ¿Lo
recuerdas? Recogió sus cosas y desapareció. Y tú no la puedes dejar marchar
aún. Su foto sigue en tu cartera. Y es que creíste ser especial y olvidaste decirle que ella también lo era. Y cuando te partió
el corazón, se quedó con él. Sólo
te quedaban sus sonrisas, y ya ves, ahora se las da a otro. ¿A dónde vas? Tu mundo ha caído en la oscuridad, negra y profunda, sin ninguna estrella que ilumine el camino.
¡Ya
estoy en París! Pero no descuido mi muy querido blog aunque esté en la ciudad
de la luz. Y no os preocupéis, en unos días os cuento mi aventura por uno de
mis lugares favoritos en el mundo.
Cambiemos
de tema, que tengo algo que anunciar. ¡Nueva sección en el blog: Friday Films!
¿No os pasa que el sábado/domingo por la tarde se os hace raro? No quieres
estudiar, pero tampoco te apetece salir después de la juerga de anoche. ¿Qué
mejor que una buena película?
Ya
aviso, que al ser chica y cumpliendo los estereotipos, me gustan mucho las
pelis románticas y bobaliconas, aunque ya veréis que hay de todo.
Hoy
empezamos con un plato fuerte: Orgullo y Prejuicio, película que seguramente
tiene un puesto en mi Top 10 de pelis favoritas. Basada en el libro de Jane
Austen, que también he leído, cuenta cómo puedes suponer por su autora, una de
esas historias de cuentos de hadas con cientos de obstáculos a superar antes de
ese felices para siempre inevitable. Vamos una versión más adulta y “más
realista” que las princesas Disney. Y quien no sepa quién es Austen, FUERA DE
AQUÍ ¿Qué haces con tu vida?
Argumento y Opinión:
(El
argumento, como todo buen estudiante de nuestra época, suele ser corta-pega de
Wikipedia, biblia escolar. Sin embargo y como veréis, añado mis propios
comentarios y opiniones en negrita)
Inglaterra,
finales del siglo XVIII, ambientación perfecta para cuento de hadas
y finales felices ¡Empezamos bien!
La
historia comienza con las cinco hermanas Bennet cuyos padres viven en una
mansión señorial y desvencijada, vamos
una vieja cabaña de dos pisos en mitad del campo, ambos viven del trabajo
agrario, sus jóvenes hijas son: Elizabeth o Lizzy (Keira Knightley), Jane
(Rosamund Pike), Lydia, Mary y Kitty. Ellas han sido criadas por una madre cuya
única fijación es encontrarles marido antes de que se les pase la edad fértil, y que se queja constantemente de sus
nervios, señora que nunca ha tenido que lidiar con tres hermanos, TRES. La mayoría de las hermanas son de carácter
ingenuo y románticas y viven soñando con un pretendiente rico que les dé un
futuro pasable,algo con lo que soñamos también hoy en día, aunque vayamos de modernas
e independientes, que es el deseo de su ansiosa madre (seguramente porque ella nunca lo consiguió).
No
obstante, Elizabeth es inteligente, taciturna y con fuerte carácter, desea una
vida con perspectivas más abiertas, sin las ataduras de un compromiso por
conveniencia si no del dominio de las verdaderas intenciones del corazón, de otra forma: amor, un anhelo respaldado
soterradamente por su padre. Como veis,
todo muy Austen.
En mi opinión, Knightley interpreta
el papel a la perfección y hace que pronto te encariñes con el personaje (en el
libro cuesta un poco más, ya que el personaje se hace mucho más pesado). La
actriz y los guionistas consiguen que Elisabeth llegue a parecer una persona
que despierta admiración a causa de sus ideales sin dejar de ser cercana, sin
perder su lado risueño, sin volverse demasiado seria, complicada y al fin y al
cabo aburrida (lo peor que puede pasar con un protagonista).
Cuando
el rico y soltero Sr. Bingley (Simon Woods) se instala en una mansión, y vaya casoplón por no llamarlo palacio, para pasar el verano, las hermanas Bennet no
pueden creer su suerte y son invitadas a las fiestas que allí se celebran, con
un claro objetivo en mente, adivinad cual ;) ¡De éstas hubo y habrá siempre!
Entre
los numerosos y sofisticados amigos londinenses de Bingley que vienen a
visitarle, y la llegada de varios jóvenes oficiales, habrá pretendientes de
sobra. Jane, la hermana mayor, de gran belleza serena, parece haber conquistado
el corazón del Sr. Bingley. Con la cara
de angelito que tiene la chica y su personalidad calmada, no es de extrañar. Es
como una de esas mujeres que son buenas por naturaleza y que tanta envidia me
dan ¿cómo lo consiguen? A su lado, siempre parezco la bruja del Este o algo
peor L.
En
el baile de bienvenida, Lizzy conoce al apuesto, para la época, que quede claro, y además aparentemente soberbio y
orgulloso Sr. Darcy (Matthew Macfadyen) y se desata la tormenta ya que a pesar
del mutuo interés que se despierta entre ellos se desata una lucha de orgullos
y prejuicios sociales debido a la diferencia de rango social de ambos. Austen total. Lizzy aparenta ser
indiferente; pero no descortés con el señor Darcy, se conduce inteligentemente
y logra captar la atención del aristócrata. Bueno, como siempre esa regla universal de que al ignorar a un chico,
él insistirá más, funciona.
Debido
a la cercanía, los amigos en común y los enlaces que ocurren se encuentran a
menudo y casi siempre acaban discutiendo. ¡Ayyyy!
Del odio al amor hay sólo un paso. Paralelamente, Lizzy está menos
dispuesta que nunca a aceptar un nuevo pretendiente, el insignificante Sr.
Collins (por no decir algo peor, porque
por muy clérigo de buena situación que se crea, la verdad es que el físico es
su peor atributo), quien es un primo lejano que ha pedido su mano
insistentemente. Me recuerda a ese
pesado de toda la vida, que aunque le dejas claro que no quieres NADA con él,
el chico insiste una y otra vez, convencido de que al final cambiarás de
opinión.De verdad, es que algunos
son tontos de remate. Apoyada por su padre, asombra a su madre y al Sr.
Collins rechazándole para siempre para desesperación de su madre. Entonces
Collins desposa más tarde a una amiga de Lizzie.
Cuando
el Sr. Bingley se marcha a Londres sin avisar, rompiendo el corazón de Jane,
Lizzy culpa al Sr. Darcy. Pero una inesperada crisis con Lydia (niñata mimada total), la hermana
pequeña, permite a Elizabeth darse cuenta de la verdadera naturaleza de su
relación con el Sr. Darcy (momento en el
que se te pone la piel de gallina y ya no sabes si echarte a llorar a moco
tendido o sonreír como una romántica empedernida), abriendo su corazón a
sentimientos fuertes; pero reprimidos por sus prejuicios. Las hermanas Bennet y
todos los que las rodean, después de este torrente de sorpresas y emociones que
no ha dejado a nadie indiferente, comprenden lo que realmente cuenta en esta
vida, el verdadero amor da la felicidad y no las relaciones por conveniencia. ¡Cuánta razón!
Lizzie
y Darcy personifican a toda una pareja moderna. Los prejuicios de ella y el
orgullo de él serán los puntos clave para que la relación fructifique o por el
contrario, fracase. En el transcurso de la película, los dos cometerán errores
que repercutirán en el ánimo de ella y en el comportamiento de él alejándolos.
Pero a pesar de las diferencias aparentemente insalvables terminan finalmente
encontrándose y amándose. ¡Felices para
siempre!
Mejores Frases:
(Al principio sólo pretendía escoger algunas, pero creo que al final me he pasado un poco jaja)
Señor Bennet:"Tienes ante ti una triste disyuntiva, Elizabeth. A partir de hoy
serás una extraña para uno de tus padres. Tu madre te repudiará si no te casas
con el señor Collins, y yo te repudiaré si te casas con él."
Caroline Bingley: No se puede decir que alguien sea de verdad brillante si no sobrepasa
con mucho a lo que encontramos de ordinario. Una mujer ha de tener un
conocimiento completo de la música, del canto, del dibujo, del baile y de los
idiomas modernos para merecer ese calificativo; y junto a todo eso, ha de
poseer un algo indefinible en el semblante y en la manera de andar; así como en
el tono de voz, la elocución y la manera de expresarse, porque, de lo
contrario, sólo merecerá a medias ese elogio."
Darcy: "Ha de poseer todo eso, y aún algo más sustancial, mediante el
perfeccionamiento de su inteligencia gracias a unas lecturas muy
extensas."
Elizabeth: "Ya no me sorprende que sólo conozca usted a seis
mujeres con tan grandes perfecciones. Más bien me maravilla que conozca usted alguna."
Darcy:"Me ocupaba en cosas mucho más agradables. He estado meditando en el
gran placer que pueden proporcionar unos ojos hermosos en el rostro de una
mujer bonita"
Elizabeth a Jane: "A poca gente quiero de verdad, y de muy pocos tengo buen concepto.
Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada, y el tiempo me confirma mi
creencia en la inconsistencia del carácter humano y en lo poco que se puede uno
fiar de las apariencias de bondad o inteligencia".
Darcy: No podría decir qué momento, qué lugar, qué mirada o qué palabra sirvieron de base. Hace ya demasiado
tiempo. Lo que sí sé decirte es que para cuando me di cuenta ya estaba metido
hasta el cuello.
Elizabeth: "Me pregunto quién sería el primero en descubrir la eficacia de la
poesía para acabar con el amor."
Darcy: "Mis afectos y deseos no han cambiado, pero una palabra suya me
silenciara para siempre."
Darcy: "En vano he luchado. No quiero hacerlo más. Mis sentimientos no pueden
contenerse. Permítame usted que le manifieste cuan ardientemente la admiro y la
amo."
Ariel
le dio una última calada al cigarrillo antes de lanzarlo al suelo y pisarlo con
sus viejas Coverse. Volvió a mirar la hora: María llegaba tarde. Otra vez. Se
apoyó contra el muro de piedra, cruzándose de brazos, dispuesta a estrangular a
su hermana en cuanto se le ocurriese salir de la boca del metro.
Se
encontraba en una de las calles más concurridas de la ciudad, una de esas en
las que nadie vive en los edificios, donde solo hay despachos y tiendas que se
pelean por tener el escaparate más vistoso. De esas tiendas en las que nunca la
dejarían entrar, como en esa gilipollez de película de la Roberts. ¿Desde
cuándo las putas se vuelven ricas y tienen un final feliz?
De
repente, salió de una de esas tiendas, justo enfrente de ella, Caro. Vestida
como una estrella de Hollywood, con enormes gafas de sol, y todo. ¡Qué tonta
que soy! No sabéis quien es Caro. Pues Caro es…Caro. No creo que haya nadie
como ella, o al menos eso espero. ¿Por qué? Ahora os lo cuento.
La
reina de nada
Carolina Torres. Un nombre común,
un nombre cualquiera. ¿Quién es?, te preguntarás. Nadie lo sabe con certeza. Su
forma de andar, de mirar a la gente es única. No intenta ocultar lo que es, ni
se molesta en disimularlo. Es rica, por lo que viste y habla como tal. Y te
trata con frialdad y desdén como si tu sola presencia, tu respiración le
hastiase. Parece superior a todos nosotros, o al menos eso te hace creer con
una simple sonrisa.
Cada mañana su chofer la lleva al
colegio en un flamante automóvil con los cristales tintados y aparca justo
delante de la puerta. Entonces, ella se baja, como toda una señorita, y se
despide de él lanzándole un beso. Según las malas lenguas, ella pasa más tiempo
con él que con sus padres.
En las escaleras la esperan Nuria y
Pilar, sus “secuaces”, cada cual más imbécil que la otra, una con su yogurt
desnatado sin azúcar recién comprado, la otra con los libros de la primera
clase. Ella los coge, sin decir ni mu y apenas prueba el desayuno antes de que
acabe en el fondo de la basura.
Al entrar, todo el mundo se queda
callado, embobados con ella. La observan, la examinan en busca de algún error,
de algún cambio: el pelo encrespado, un agujero en las medias o unos ojos sin
maquillar. Pero no. Su melena rubia se balancea hasta la cintura, lleva el
uniforme impoluto y el maquillaje sigue en su sitio. Va perfecta, como siempre.
Pero lo que nadie sabe, es lo que
realmente siente Carolina mientras atraviesa los pasillos, con sus altos
tacones repiqueteando contra las baldosas. No deja de pensar que ha engordado
un kilo, que tiene que comer menos, que se va a volver una foca. Y que todo el
mundo lo está pensando. Que se van a reír y se burlarán. Y por un momento está
a punto de echarse a llorar como una niña pequeña. Pero sigue, sin titubear ni
un sólo instante, como cada día. Sí, para ella ese paseo es como el mismísimo
infierno, aunque nunca lo haya visitado. Seguro que en algo se parece.
Carolina es una alumna de
sobresalientes, aunque algunos se empeñen en tacharla de cabeza hueca. No, esa
melena dorada no tiene ni un pelo de tonta. Pero ¿de qué le sirve? Si cuando
llegan las notas, su padre apenas las mira y le dedica una sonrisa vacía, como
si no le importara. Bueno, es que le da igual.
Sabéis, ella cree sus padres no la
quieren. Y lo peor, es que no se equivoca. Fue criada por un ejército de
niñeras que se ocupaban de ella las 24 horas del día, sin apenas ver a sus
padres.
Hoy en día, Carolina come cada
sábado con su madre, el único día que la ve. Bueno, sólo si su madre no se
olvida. Entonces, su hija espera sentada durante horas, rezando para que el
retraso de su madre se deba al tráfico. La mayoría de veces es que simplemente se
ha marchado al Caribe con sus amigas sin avisar.
La verdad, es que todo el mundo
sabe que María Torres nunca quiso tener hijos. No se le dan especialmente bien,
dice ella. Pero los accidentes existen ¿no? Aunque nadie se atrevería jamás a
decir delante de su hija que ella fue un…imprevisto. Salvo su madre, claro, que
le recuerda en cada una de sus citas cómo sería su vida si no tuviera una hija.
Aunque, en realidad, hace lo que le da la gana, piensa Carolina.
En cuanto al padre, Francisco Torres,
afamado abogado, se pasa el año viajando de una punta a la otra del globo. Y cuando
pasa por casualidad por Barcelona, apenas recuerda que tiene una hija. Si la
ve, la saluda incomodo, charla con ella un par de minutos y se esfuma tan rápido
como ha llegado, seguramente para acabar en la cama de su amante de turno.
No, los padres de Carolina no están
divorciados, y la verdad es que no creo que lo lleguen a hacer ¿Para qué? Ella
se aprovecha del dinero de él, mientras que él se aprovecha de las amistades de
ella, o bien para hacer negocios, o bien para meterse en su cama. Todos están
contentos con la relación. Ya lo sé, no es un cuento de hadas, ni mucho menos,
pero es que para ellos el amor nunca fue lo más importante. Ni lo segundo, ni
lo tercero.
Sin embargo, y por extraño que
parezca, Carolina sí que sueña con hadas madrinas, príncipes azules, y corceles
blancos. Porque sabe que son lo único que la puede salvar de su mundo, un mundo
en el que reina. Ella manda, desde una hermosa habitación en uno de los áticos
más caros de la ciudad. Una habitación enorme, con largos ventanales que dan al mar, una cama doble desde la que se puede contemplar el amanecer; muchas veces
convertida en una cárcel, en una alta torre amurallada a la que nadie puede
acceder.
Quiere que la saquen de allí, que
la rescaten de su propio castillo. Quiere escapar, pero no puede. Sí, desearía
huir, desparecer, marcharse lejos. Sólo sueña con acabar con ese armario lleno de
ropa de marca, reflejo de su infelicidad, con las dietas, con las falsas
sonrisas, con todo ese maquillaje y máscaras que esconden la verdad. Porque se ha dado cuenta de que
está vacía, de que necesita más. Que su mundo no es más que campos de desolación, surcados por ríos salados, salados por las lágrimas que brotan de sus ojos, llenos de grietas, de profundas heridas sin sanar. Sí, ella siempre ha sido la reina, la reina de
todo, o eso ha creído, porque ya no le queda nada, o quizá es que nunca lo ha
habido. La chica de al lado
Te la encuentras en el bus, el
metro y el tren. Siempre escuchando música, con las manos apretando los puños
de la sudadera. Mira hacia abajo, y unos bonitos mechones oscuros le esconden el
perfil. No paras de observarla, deseando verle la cara, preguntándote de qué
color serán sus ojos.
Entonces, levanta la vista y el
corazón se te encoge al enfrentarse a tales ojos. Tan claros, tan azules y sin
embargo tan fríos. No hay nada. No queda nada. Ni un solo rayo de vida. Es un
cuerpo vacío que se esconde en sudaderas anchas y se muerde las uñas. ¿Qué le
habrá pasado? ¿Qué le habrán hecho? ¿Quieres saberlo? Sigue leyendo.
Es Amelia, Eli para los que la
conocemos, y lo que le ocurre es que le han roto el corazón. ¡Qué tontería!,
pensaréis. ¿Por eso está así? Ajá, tan simple como eso. O complicado, según
como lo mires.
Cuando estudiaba con ella, Eli era
la chica perfecta. No recuerdo en ella nada que pudiese considerarse
extraordinario. Vestía como la gente normal, tejanos, cazadoras y camisetas de
colores vistosos. No era ni la más popular, ni la más lista, ni la más de nada,
pero era la chica perfecta. Quizá porque siempre sonreía, o tenía una palabra
amable, quizá porque precisamente no era la más de nada.
Tampoco me acuerdo de quien la
empezó a llamar así, puede que un admirador secreto o una de sus amigas, pero
en unos días nos olvidamos de su verdadero nombre. ¿Le molestaba? Sí fue así,
nunca dijo nada. En realidad parecía hacerle gracia, como si se lo tomase a
broma. Ahora, en cambio, creo que sería capaz de arrancarte la cabeza si alguna
vez te atreves a mencionar ese mote. Lo digo en serio.
Bueno, pasemos a lo que de verdad
importa ¿no? Todo empezó una primavera. Chico guapo conoce a chica perfecta.
Chica se enamora de chico y ¿viceversa? Ni idea. Rosas, citas y horas al
teléfono ¿Cuánto tiempo salieron? ¿1 año quizá? No sé, pero estaban hasta en la
sopa. Juntos de la mano a todas horas. Eran inseparables, y tenían algo muy
especial, o eso nos pareció a los demás. Así que supongo que no os extrañareis
si os cuento que empezaron a llamarlos la pareja perfecta. ¿Quién podría
imaginar que todo terminaría como lo hizo?
La primavera volvió, y chico guapo
conoce a chica mona. Otra vez. Quizá sea el polen de las flores, yo que sé.
Total, que chico guapo se “enamora” de chica guapa. ¿Y cómo se enteró Eli? Por
Facebook. Una foto de ellos en Facebook. Traicionada, humillada ante el mundo
¿Cómo digerir aquello? Las vacaciones planeadas para verano canceladas, sus
regalos en el trastero y las fotos en el fondo de la basura. ¿Pero cómo borrar
los recuerdos? ¿Cómo olvidar las tardes en la playa, las salidas al cine o una
escapada de fin de semana por su cumpleaños? ¿Cómo olvidar el amor? ¿Cómo
sacarlo de su corazón sin hacerse añicos, sin derrumbarse?
Tampoco os penséis que Eli se quedó
de brazos cruzados, llorando en un rincón. No era así, no era una mosquita
muerta, ni mucho menos. Y es que, cuando él fue a verla al insti para saber
porque no le contestaba los mensajes, ella sin decir ni mu, le dio un bofetón
limpio. Delante de todos. Recuerdo que la gente se quedó en silencio, todos con la boca abierta, alucinados, sólo se oía el susurro del viento. Al cabo de un momento,
todos comenzaron a gritar, a pedir más. Pero ella, la dignidad personificada,
solo dijo:
- Espero que ella te quiera la
mitad de lo que te he querido yo.
- Vamos Eli, eres la chica
perfecta…
Ahí llegó el segundo bofetón. Ni
siquiera le dejó terminar la frase. Después, se giró sobre sus talones, con los
ojos llenos de lágrimas y se abrió paso entre la multitud que los
rodeaba, que ansiaba más drama. Y es que la chica que decían que era tan
perfecta, con el corazón roto, ya no lo parecía . A la gente, no sé
por qué, eso le encantó.
¿Os seguís preguntando por qué está
así? No sólo le rompieron el corazón, le quitaron todo en lo que creía. Le
prometieron el mundo y no le queda nada más que un corazón que no deja de sangrar
y un orgullo destrozado. Ahora, lucha por levantarse, por vestirse, por salir de casa.
Hasta respirar le cuesta, le duele. Es como un alma gris que deambula por el
mundo sin rumbo, ajena a lo que sucede a su alrededor, buscando desesperada
algo a lo que aferrarse para no morir ahogada, asfixiada por su propio
sufrimiento.
Lo que ni ella ni nadie sabe aún, es
que un día Amelia se levantará sin ganas, ni siquiera se molestará en
maquillarse ¿para qué?, y
que cogerá el tren que siempre coge a la misma hora en la misma estación.
Parecerá un día como otro cualquiera. Una noche oscura sin ninguna estrella que
la ilumine. Pero entonces, chica perfecta conocerá a chico perfecto. ¿Perfecto
porqué? No será el más guapo, ni el más fuerte, no será el más en nada, pero sí
el chico perfecto. Quizá porque siempre sonreirá, o estará dispuesto a ayudar,
quizá porque precisamente no será el más de nada.
Puede que Eli comprenda que el
mundo no se ha terminado, que la vida sigue adelante, llena de oportunidades
como esa. Que no es ni blanca ni negra, sino de vivos colores. Y especial. Que
no existe un THE END como en las películas, o príncipes azules dispuestos a
buscarte en los confines del mundo. Que el dolor es algo pasajero, como el
placer. Y que no tiene por qué haber un solo amor. Quizá entonces, chica perfecta
se atreva a enamorarse de chico perfecto, y viceversa. Nuevos recuerdos, nuevas
promesas. ¿Quién dice que no le volverán a hacer daño? Sólo el destino lo sabe,
si es que existe ¿Pero no es mejor eso que arriesgarse a vivir sin amor?
Después viene la persona a la que amo. Eso fue difícil.
En mi vida, hay mucha gente importante. Desde mi familia, mis amigas, y ciertas
personas a las que tendría que olvidar, por mi propio bien ¿Pero qué le vamos a
hacer? Muy lista para unas cosas, muy tonta para otras, como siempre me repite
Nerea. Sí, tiene razón, por una vez (¡El resto del tiempo soy yo quien la tiene!)
Bueno, me salté las normas, últimamente lo hago
mucho. ¿Por qué poner una persona, si tengo seis maravillosas a las que no cambiaría por
nada en el mundo? Mi familia. Papá, mamá, Héctor, Ale, Quique y Zito. Somos
muchos, demasiados, pensareis quizá. Pero ellos me hacen más fuerte, están allí
cuando me caigo, y sé qué harían cualquier cosa por mí. ¿Qué más? ¡Ah, sí!
Porque juntos, nos lo pasamos de miedo. Descubrimos el mundo, aprendemos uno de otros, y somos únicos, o eso me gusta pensar. Si es genial tener a una persona siempre de tu lado, imaginaos a seis: el equipo García.
A medida que voy creciendo, me voy dando cuenta de
la suerte que tengo. Muchísima. Cada vez es más común el divorcio, y en medio
siempre están los niños, que son los que más sufren. Sí, los padres rehacen su
vida, forman nuevas familias, pero no es lo mismo. A mí, en cambio, me ha
tocado la lotería con la que tengo. Sí, a veces las cosas se complican, pero
juntos superamos cualquier obstáculo. Somos un conjunto ecléctico y ruidoso,
que no deja a nadie indiferente. Porque si algo hacemos bien, es llamar la
atención, aunque no lo queramos. Es lo que tiene ser tantos. Pero no cambiaría
por nada a estas seis personitas. Por nada en el mundo. Continuará...