jueves, 29 de marzo de 2012

Explotación infantil en la India

La India es una economía que presenta un crecimiento espectacular en los últimos años, sin embargo este desarrollo económico no se ve reflejado en la población ya que se calcula que un tercio de los habitantes están afectados por la pobreza y subsisten con menos de 1 euro al día. No son los únicos datos estremecedores, ni mucho menos. A causa de esta extrema pobreza, el trabajo infantil, prohibido en este país, resurgió hace un par de décadas. Hoy en día, 60 millones de niños indios son explotados. Es la triste verdad, perceptible en las calles de las grandes ciudades como Mumbay o Nueva Delhi.

Una realidad demasiado lejana para los de Occidente y tan cruel que tendemos a ignorarla, a darle la espalda. ¿Por qué? Porque la certeza de que algo así pueda estar ocurriendo en este mismo instante en cualquier parte del mundo y que nosotros no hayamos hecho nada para remediarlo nos atormentaría, y lo peor de todo nos haría sonrojarnos. Nosotros, continente civilizado, solidario, eje del mundo, ¿cómo podríamos dejar que algo así ocurriese? Reconocerlo heriría nuestro orgullo ¿pero por qué no haber hecho nada antes? La respuesta es sencilla: intereses, intereses y más intereses. Si yo no gano nada ¿para qué voy hacerlo? Hoy en día, ese es lema que rige nuestras vidas. Además, si estas razones no son suficientes, siempre podemos usar esa débil y equivocada excusa que los europeos hemos esgrimido hasta la saciedad “Nosotros ya tenemos nuestros propios problemas. Ellos que se ocupen de los suyos”. Un gran pretexto, sino fuera porque los problemas que atraviesa la India no se pueden equiparar a los nuestros. Yo aún no he visto decenas de niños pidiendo limosna por las calles de Barcelona o cincuenta niños amontonados en una habitación compartiendo un solo libro en una escuela de Madrid. Por supuesto que nosotros tenemos problemas graves, pero por lo menos cada noche me acuesto en una cama con el estomago lleno. Ellos no llegan ni a eso.

Puede que haya sido algo dura, yo también me duermo con una sonrisa en los labios sin tener que preocuparme por nada vital. Sinceramente no pienso todo el día en la situación de los niños en India. No podría, no sería capaz. Lo tengo todo, por lo menos todo lo que necesito: una familia que me cuida, unos padres que me quieren y que harían todo por mí, un hogar, una educación…el hecho de que 60 millones de niños indios y seguramente más si abarcamos todos los países me reconcomería la mente, me haría sentir culpable. Yo seré capaz de sobrevivir, de formar una familia, de encontrar un trabajo decente, de ser feliz y seguramente muchos de ellos no. Es la suerte, la vida que nos ha tocado vivir. Una injusticia al fin y al cabo.

Al hacer este artículo sólo quería dejar claro el valor de la enseñanza. La educación es igual a poder, a libertad, a un futuro para los niños. La explotación infantil no es un problema que no tenga solución, sólo hay que disponer de los medios suficientes y seremos capaces de que esos 60 millones de niños indios salgan de la pobreza, que reciban una educación, que vivan una vida sin preocupaciones, una infancia feliz como la de cualquiera de nosotros.

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