domingo, 5 de agosto de 2012

Ataques de Rabia #1


Escribo porque no sé hacer otra cosa. Dejo que mis dedos bailen sobre el teclado siguiendo la melodía de mis pensamientos. Al final, son sólo letras negras esparcidas sobre un fondo blanco. Palabras usadas por otros, que se unen para formar un Todo. Cuando lo leo entero me siento orgullosa. ¿Por qué avergonzarse de lo que uno siente, de lo que uno piensa? Puede estar mejor o peor escrito, pero eres tú. Entonces lo guardo con el resto, en el fondo de mi cajón, esperando que nadie lo lea, que ese texto, que esas frases nunca se vuelvan contra mí.

La gente es siempre tan sensible, tan susceptible. Todo les hiere, todo les molesta. Y siempre se quejan. ¿Libertad de expresión? Puede, pero al final acabamos escribiendo y por lo tanto pensando, lo que los demás quieren que creamos. Lo que está “bien”. Lo que es “correcto”. ¿Correcto según quién? ¿Libertad de opinión? ¿Dónde? Si no piensas como la mayoría, se te echan encima como hooligans.

De opiniones existen tantas como colores hay en el mundo. Algunas más éticas, otras menos. Pero lo que hace que una opinión sea respetada, son los argumentos que la respaldan. Y no vale cualquiera. Pido por favor que se eviten aquellos que translucen odio y rencor ¿Crees que insultando o menospreciando, la gente te hará más caso? Puede que las masas sí, lo reconozco. A la gente le encanta todo esa demostración de hostilidad   (claro ejemplo, Mourinho, entrenador del Real Madrid) y si además le añades algo de sarcasmo, los medios ya te llaman ídolo. Pero para mí esos es juego sucio, y da verdadero asco. ¿No sabes hacer otra cosa que fomentar el odio? Déjame decirte que entonces eres un imbécil de los pies a la cabeza. 

Segundo argumento a evitar, los que dan pena. ¿Cómo darle valor a tu opinión si lo único que buscas es compasión? Sólo admito, los que buscan solidaridad y apoyo. Nada más. Tampoco mientas. No te aproveches de la ingenuidad de otro, eso es rastrero. Ahora viene mi favorito. “Yo tengo razón porque soy mejor que tú”. Vale, no lo decimos así, pero lo pensamos. Reconocedlo. Ni siquiera consideramos el juicio del otro, ya que damos directamente el nuestra como superior. ¿Superior según quién? Nosotros. Si es que al final todo es yo, yo y yo.

Respira hondo, me digo y piensa dos veces lo que dices, o mejor dicho lo que escribes. Pero es que ya estoy hasta la coronilla de tanta tontería y sensiblería, como si fuéramos una panda de mocosos enanos y mandones. Si no te hago caso, es porque no me da la real gana (papá, mamá, esto no va por vosotros) . Si no te gusta lo que digo, lo que pienso, lo que escribo, simplemente ignórame pero respeta mi opinión, porque tengo tanto derecho a tener una como tú. Puede que al final se demuestre que no tenía razón. Entonces me callaré.

Ese es otro tema del que me gustaría hablar, esa horrible costumbre que tiene la gente de rebatir temas que ya están zanjados. Son ganas de estrellarse una y otra vez contra una pared. ¿Qué ganas hay de volver a discutir? Si es que he comprobado que en el fondo las personas no somos capaces de no reñir, siempre encontramos alguna nimiedad por la que enfadarnos, algo que no nos parece bien. Somos unos inconformistas  y unos pesados ¿Cómo nos soportamos?, me pregunto y es que a veces yo misma me harto de ser yo. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario