La
bailarina da vueltas al son de la melodía más triste. Ella danza sin descanso
mientras embobada, la niña la observa durante horas. Toca extasiada su falda de
tul, sus piernas de porcelana, su eterna sonrisa. Y la bailarina sigue
bailando.
Entonces,
la música deja de sonar y ella cierra la caja. De nuevo, oscuridad y frío. Prisionera, la
muñeca sueña con volver a bailar ante su mayor admiradora, a brillar bajo esos
ojos inocentes. Lo que aún no sabe es que los humanos olvidan fácilmente, incluso a aquéllos
a los que un día amaron profundamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario