A
veces me imagino que un día me volveré a encontrar
contigo en la calle, en un centro comercial o en el aeropuerto, no me importa.
Entonces te miraré desde lo alto de mis tacones y te sonreiré como si nada.
Después te daré un beso en cada mejilla y no volverás a aparecer en mi vida.
Nunca jamás.
Por
ahora me contengo, te ignoro y me callo aunque sé perfectamente todo lo que vas
diciendo de mí, a mis espaldas. Pero yo sonrío, y sigo como si nada. Sé que te
enfurece, que te gustaría ser el centro de atención. Sin embargo, has elegido a
la persona incorrecta a la que odiar, porque a mí sinceramente me da igual. Es
como si decidieses odiar a una pared o a una silla. Y es que además no entiendo
esta obsesión, seguro que no es sana ¿no crees?
Bueno,
no te preocupes, que en tu mundo, yo puedo seguir interpretando el papel de
bruja, aunque no por mucho tiempo ¡eh! Que ya me cansa bastante. No sé, podrías
variar de Cruela de Vil un poco más. Mientras, yo seguiré con mi vida. Como
decía mi ídolo Bob Marley “Preocúpate
más por tu conciencia que por tu reputación. Porque tu conciencia es lo que
eres y tu reputación es lo que otros piensan de ti. Y lo que otros piensan, es
su problema”. Así que sea lo que sea lo que tienes contra mí, soluciónalo tú
porque mi conciencia está bien limpia. No sé yo la tuya. Háztela mirar.
Y un día saldré de copas con unos amigos y me
reiré de toda esta historia, o quizá ya ni siquiera la recuerde. Porque es una
simple nimiedad, una anécdota divertida de mi vida. Ser odiada sin razón, sólo
los mejores pueden alardear de ello. Y espero que tú hayas cambiado un poco, y
te interese más tu vida que la de los demás. A lo mejor hasta eres feliz, quién
sabe. No estaré allí para verlo, créeme, en cuanto pueda desapareceré de tu
vida, o mejor dicho te borraré de la mía, que no hay espacio para cualquiera.
Siento que te hayas topado con un muro tan difícil
de derribar, porque la vida ya se ha encargado de hacerme fuerte, a golpes sí,
pero por lo menos eso me ha evitado ser una víctima o una hipócrita. Y me ha
enseñado a sonreír, a ser pacífica, a apreciar la felicidad en las pequeñas
cosas, a quererme. Algún día, creo que también aprenderás esas cosas y entonces
serás capaz de ser realmente feliz. No más sonrisas fingidas, no más palabras
falsas. Y espero que llegues a serlo, de verdad, porque siempre he pensado que
todo el mundo lo merece.
Mientras, yo seguiré siendo feliz aunque me
odies, seguiré sonriendo y siendo simpática aunque acabe de oír lo que dices a
mis espaldas, porque soy así, y serás incapaz de cambiarme. No suelo enfadarme, y tampoco es que odie a alguien. No le veo la utilidad. Y a pesar de que quieras que me pase el día
hablando de ti, no lo haré ¿Para qué? No me gusta desperdiciar saliva, ni hojas
ya que estamos. ¿No crees que ya te he dedicado la atención suficiente, o mejor dicho, la que te mereces por mi parte? Así que espero que todo te vaya bien. Vive y deja vivir. Punto final.
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