A
veces me pasa que estoy pensando (suelo hacerlo más de lo que me conviene) y mi
mente se pierde en las nubes, en otros mundos. Siempre me lo han dicho. Y en
esos momentos de paz, mis pensamientos vagan sin rumbo, en libertad. Y en
algunas ocasiones, me encuentro soñando cosas de lo más extrañas.

Por
ejemplo el otro día, mientras me despertaba, ocurrió lo siguiente. Yo estaba tan tranquila,
abrazando mi almohada y preguntándome qué hora sería, luchando por abrir los
ojos. Estaba justo en ese momento en que ya no estás dormida, pero tampoco
quieres levantarte. Y en es mismo instante, mi mente ...yo que sé. Sólo
recuerdo, que de repente me imaginé desayunando en uno de esos acogedores cafés
de París, observando a través de la ventana a los transeúntes ir de un lado para otro.
¿París?
¿Por qué París? Mi debilidad siempre ha sido Londres. Pero no, estaba definitivamente
en París. Y la verdad es que era bastante feliz, o al menos así me sentía.
Bueno, allí se acabó el sueño. Mi padre decidió que era hora de ponerse en marcha y me
quitó mi edredón. Y por si no os lo había dicho nunca, mi habitación tiene mucho
en común con Siberia. A veces por las noches, hasta puedes oír como entra el
viento helado. Así que no tuve más remedio que bajar y desayunar.
Mientras
veía Doraemon, me entró un impulso y empecé a buscar universidades en París como si me fuese la vida en ello.
Así, una mañana como otra, en plena Navidad. Y se me pasaron las horas,
leyendo cosas sobre la ciudad, tomando decisiones. De un día para otro había cambiado mi futuro. Ya no quería oír hablar de quedarme en Barcelona, y
ni muchos de entrar en la universidad en la que siempre había querido estudiar. Todos mis planes desaparecieron ante esta
nueva idea.
¿Por
qué no hacerlo? Estoy segura de que puedo conseguirlo y de que por lo menos
puedo convencer a mi padre (mi madre es harina de otro costal). ¿Es muy
descabellado? Nunca me había planteado irme de casa a los 18, pero la gente lo
hace ¿Por qué no yo? Siempre me he sentido un poco atada, y la oportunidad de
ser libre lo antes posible me resulta muy atractiva y terriblemente excitante.
Y
es que nunca he comprendido a la gente que quiere quedarse en el sitio dónde ha
vivido toda la vida, convencida de que no hay nada mejor. ¿Cómo saberlo si aún no has descubierto el mundo? Posiblemente, ni siquiera han salido de España, o
Europa. Y yo, que sí que he tenido la oportunidad de viajar un poco, siempre he
pensado que no he visto nada de nada. Por
eso tengo esta obsesión de salir, de pasarme la vida yendo de una punta a la
otra del planeta. Es como una inquietud, una especie de necesidad que no puedo
ignorar. Y tampoco quiero. Por ahora empezaré por Paris, después Londres y
después…bueno, el mundo. Quizá Brasil, o mejor Sídney. Aún no lo sé, pero yo no
voy a quedarme quieta, ni hablar.
Y
de repente algo que parecía un inofensivo producto de mi imaginación, se convierte
en un objetivo, un sueño que cumplir. Un día sin más, decido cambiar mi futuro.
Y eso me da miedo, el hecho de ser tan impulsiva. No creo que sea muy bueno,
pero ¿qué le vamos a hacer? Me gusta soñar, pero por encima de todo me gusta cumplir
mis sueños. ¿A quién no?
Pd: ¿Qué tal las Navidades? ¿Las habéis pasado bien?
No hay comentarios:
Publicar un comentario