
Volvamos
al tema, que me tengo que centrar (en seguida me voy por las ramas, lo siento).
Según la tasa de paro en
diciembre de 2011 de los países miembros de la UE, los resultados de España y
Grecia, duplican la media europea. Por detrás de ellos, llegan con fuerza
países recién rescatados financieramente por el BCE, es decir, Portugal e
Irlanda, y países de Europa del Este, desde Letonia pasando por Bulgaria hasta
Eslovaquia, que rozan el peligroso 15 %. El resto de países de la UE, se
mantienen estables, con una tasa de paro alrededor del 10 %. Destacan por su
reducido número desempleados, estados como Alemania o Austria.
En
cuanto a la deuda pública en % de PIB de los países de la Unión Europea,
sobresale Grecia, seguida de Italia, Portugal e Irlanda mientras que España se
encuentra debajo de la media europea (en torno a 80%). Nuestra deuda es superada por países como Francia, Alemania
y Reino Unido, lo que provoca que surja una pregunta obvia ¿Por qué Ángela Merkel y el
resto no paran vigilarnos como si fuésemos a estrellarnos en cualquier momento?
Si ellos están peores que nosotros, los números no mienten. La respuesta es
sencilla: la imagen que proyectamos en el exterior es diferente. Mientras ellos
dan una percepción de seriedad y de seguridad, a los españoles nos ven como los
paletos de turno que están a punto de hundirles el chiringuito que tan bien se
han montado (la UE). Y si el chiringuito se hunde, ellos se van con él. Para
que se entienda: si metemos la pata y nos desplomamos, los llevamos con
nosotros.

Ahora
que las cosas no van tan bien, los alemanes y el resto han dejado de hacer la
vista gorda a lo que pasaba aquí y se nos han echado encima como perros
rabiosos. La prensa ha sacado del armario toda la porquería que habíamos acumulado
durante años: los chanchullos financieros de los poderosos (caso Malaya, caso Gürtel, etc.). Que ni
siquiera la Familia Real española, supuesta familia ejemplar, se salve de la
sombra de la corrupción es algo alarmante. De hecho, en una encuesta publicada
hace años donde se preguntaba sobre este delito, la mayoría de los encuestados
aceptaban su existencia y confesaban que si fuesen políticos o ejerciesen algún
cargo de poder, también se aprovecharían de su posición privilegiada. Esto no
da una idea correcta de los valores y la integridad de nuestra sociedad en el
extranjero. En fin, que yo también confiaría antes en un francés que un
español, y eso dice mucho.
Ya
me he cansado. No quiero pensar más. Si tengo 16 años y ya me hartado de toda
esta situación, no me quiero imaginar con 40 años. Creo que optaré por la
filosofía de vida de Bob Marley (mi nuevo dios): “In every life we have some
troubles, when you worry you make it double”. Por muy muerto que esté, tenía
razón. Si no nos preocupásemos tanto por los problemas, seguramente
encontraríamos fácilmente una solución. Sin embargo, los seres humanos tenemos
la tendencia de hacer de un grano de arena, una montaña, empeorándolo todo. Yo
no seguiré por allí. He decidido dejar de inquietarme. Soy muy joven para
pensar como un adulto. Los próximos meses me dedicaré a ver películas
Disney y pensar que todo está bien. Una
estupidez, lo sé, pero seré más feliz. “Don’t worry, be happy”, es lo único que
puedo aconsejaros.