
A veces me pregunto en qué
clase de país vivo, y no sin razón. Y es que cada día alucino más. Después del numerito
del rey cazando elefantes en Bostwana, gastandose nuestras pelas en plena crisis económica, creí que habíamos llegado a nuestro límite. Pero no, nos hemos vuelto a superar.
El otro día, un político proclamaba alto y
claro, delante de las cámaras de televisión, que se saltaría la ley a la torera
si no llegaba a un acuerdo con un gobierno. Todo orgulloso, sonriente,
aplaudido por las masas. ¿Pero qué es esto? España ya no es una
democracia, sino una república bananera, donde cada uno hace lo que le da la
gana. Así nos va.

