
Cuando aún sólo era una niña, mientras daba mis primeros pasos y tropiezos, mis padres empezaron a enseñarme algunas reglas que según ellos debía respetar durante toda mi vida. Sin embargo, dos de aquellas consignas me confundieron: "Sé amable con la gente" y "No mientas." Pero, ¿qué sucede si la verdad puede acabar haciendo daño a los demás?
Hoy
en día, todo el mundo dice pequeñas mentiras, conocidas también como mentiras piadosas. Mientes a tus amigas cuando te preguntan tu opinión sobre su nuevo vestido o
corte de pelo, a tus padres cuando les explicas dónde has estado, e incluso a ti
mismo al decirte que mentir a la gente que quieres no es tan malo. Pero, ¿por
qué mentimos?
¿Por
dónde empiezo? Hemos inventado tantas excusas para hacernos sentir mejor. Siempre
decimos que no queremos dañar los sentimientos de las personas que amamos, que sólo las queremos proteger, que no hay porqué preocuparlos. ¿Son esas mentiras aceptables? Creo que sí. Sin mentiras piadosas,
estoy segura de que las relaciones entre personas serían más difíciles y
complicadas, incluso imposibles. Como seres humanos, tenemos que vivir rodeados
de gente ya que es esencial para nosotros poder comunicarnos con ellos. ¿Y cómo
podemos relacionarnos con otras personas, si cada vez que abrimos la boca decimos
cosas que ofenden a los demás? Terminaríamos discutiendo y gritándonos cada dos
por tres. Así que la existencia y el uso de estas mentiras piadosas son imprescindibles,
porque gracias a ellas los seres humanos puedemos vivir en paz. Más o menos.
Sin
embargo, si aceptamos este tipo de mentiras, ¿tenemos que aceptar todas los
demás? ¿Cómo distinguirlas? Por ejemplo, cuando un político miente sobre la
situación económica real del país ante todos sus ciudadanos, ¿puede considerarse
ésta una mentira piadosa ya que él quizá mienta para que nos preocupemos? ¿Está mal lo
que está haciendo? ¿Por qué? Algunos de vosotros podréis decir que él no debería mentir porque nosotros lo hemos votado para que nos represente, pero ¿es mejor
mentir a nuestros amigos?
Mis
padres me dijeron que mentir es malo, pero al crecer, me di cuenta de que
todo el mundo miente, pequeñas mentirijillas que nos hacen la vida más fácil.
Lo que mis padres se olvidaron de contarme es que no hay una línea roja
dibujada que separe el bien y el mal. La división de esos dos mundos opuestos e
invisibles se encuentra en nuestra cabeza, escondida en un recóndito y
polvoroso cajón en nuestro cerebro. Para cada uno es diferente, porque no
tenemos la misma educación. La última decisión de hacer algo o no está en nuestras manos, y no hay excusas que valgan. Me dijeron que no me mintiese, pero lo hago objetivo. Sin embargo, no
me gusta, en realidad lo odio, aunque me he dado cuenta de que no es tan malo,
porque es necesario. ¿Me hace eso ser una mala persona? No lo creo, al menos
esta vez estoy diciendo la verdad.
Todo
el mundo puede hacer lo que le venga en gana, pero entonces no seas tan
hipócrita y no te quejes si la gente hace lo mismo que tú. Si mientes a tus
amigos, tienes que aceptar que ellos pueden acabar mintiéndote. ¿Lo aceptas?
Parece que yo sí, y todos los demás también. Así que miénteme si quieres ¿sabrás
tú cuándo lo hago yo?
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