Aunque
su pelo californiano suele dar el pego, cuando la conocí no era rubia (¡tenía
que decirlo!). Tampoco llevaba tacones kilométricos, ni rímel en los ojos. Eso
vino mucho después, cuando ya era “mayor”. ¿Las comillas a qué vienen?, os
preguntareis. Muy fácil. Puede que sea más alta, más esbelta y más de todo
(bueno, por supuesto), pero detrás de ese aire adulto y sofisticado que la
envuelve, se esconde la misma niña de sonrisa pícara junto a la que inventaba
empalagosas historias de amor entre barbies
y kens.
Mis
primeros recuerdos de ella son borrosos y algo confusos. Una chica con coletas
altas, un discman, ella estudiando… ¿un cuadro? “El nacimiento de Venus” de
Botticelli, gafas de sol enormes, pantalones de campana, lunes madrugadores, Pikachu
(no hablo del bicho amarillo), mucho Frenadol y mucho chocolate. Un mosaico de
imágenes entrañables.

Y
es que en cada aventura sólo hay lo de siempre: dos locas hermanas, inconscientes
y con muchas ganas de divertirse. Una rubia y una morena, una que tira hacia delante
y una patosa, una que controla y una que sigue a la otra...dos que se ríen, que
gritan, que se esconden debajo de las sábanas y que creen que la otra va a
salvarlas. ¡Lo normal, vamos!
Al
final después de muchos ataques de corazón, tengo que reconocer que nos lo
pasamos bastante bien. Ella es más alocada, con una alegría contagiosa, yo soy más
tranquila y con los pies en la tierra. Aún no sé quién es la más madura ¿Para
qué? Ella sabe que si no quiero, no le hago caso y viceversa. Si es que en el fondo
somos unas cabezotas infantiles. Iguales. Buscando salirnos siempre con la
nuestra.
Una
nueva hazaña nos espera a la vuelta de la esquina, seguro. Habrá más miradas
cómplices, más partidas de cartas, más carcajadas al anochecer. Cotilleando a
todas horas, criticando a todo el mundo, charlando de series y comiendo
filipinos. Conversaciones de interés mundial, las que tenemos. La chincho, la
hago rabiar cuando me aburro, pero sé que puedo contar con ella, porque si
necesito hablar con alguien, ella estará
para mí al otro lado del teléfono. Y si nos veis paseando por Barcelona, nos
reconoceréis al instante: una rubia y una morena, armando escándalo con sus
risas, atracando las tiendas, cogidas del brazo, con las cabezas pegadas,
poniéndose al día en una guerra de cuchicheos ininteligibles. No sé qué haría
sin ti, soul sister ;)
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