
Vacía,
la sonrisa se apaga por momentos. Sobrevivo al día, y muero un poco cada noche.
Fantasma de mí misma, ¿dónde he ido a parar? Que alguien me busque, porque yo
ya no soy capaz de encontrarme.
Siento
que la vida pasa ante mis ojos, sin detenerse y no soy capaz de atraparla. Típico cliché, palabras
que no se ajustan a mí, bueno, que no se ajustan. No soy más que una
espectadora de su propia vida, una desconocida en su propio mundo.
Espero
una reacción, un despertar, mientras el tiempo se desliza confuso, consumiéndote a su paso. Los días se
suceden, y de ellos sólo quedan imágenes difusas. Lucho sin fuerzas, ya he
olvidado el porqué de esta batalla. Me
hundo en aguas oscuras, sin ganas de salir a la superficie. Siento que me ahogo
pero ya no importa.
Sobreviviré
¿verdad? Siempre lo hago. Después de la tormenta sale el sol ¿no? Dicen que la
vida es aprender a bailar bajo la lluvia, y no esperar a que pase. Pero nadie
te cuenta lo sólo que te encuentras, el frío que hace. Nadie te dice lo cerca que estás
de caer al suelo, de derrumbarte. Frágil como un castillo de naipes, delicado, hecho de débil cristal. Y es que quizá nunca hayan visto ese lugar, porque quién lo conoce, no habla de él.
Ya
no escribo. Será que ya no siento, que ya no vivo.